Adaptado por Jacobo Santín de “Because of Your Unbelief” de Vincent Cheung
“Entonces los discípulos, llegándose a Jesús en privado, dijeron: ‘¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?’
Y Él les dijo: ‘Por vuestra poca fe…’“ (Mateo 17:19-20)
Los discípulos no fueron capaces de expulsar un demonio de un chico y traerle sanidad, así que Jesús lo hizo en su lugar. Cuando los discípulos preguntaron por qué fallaron, el Señor respondió, “Por vuestra poca fe” (“No tienen la suficiente fe,” NLT; “Por vuestra incredulidad,” KJV).
Los predicadores cristianos y los teólogos normalmente se resisten a la idea de que una persona puede no recibir lo que pide en oración por falta de fe. Esto es rechazado como una falsa doctrina de carismáticos fanáticos e insensibles cuyas enseñanzas le dan falsas esperanzas a la gente y que, sin merecerlo, les provocan culpa por su fracaso. La Biblia nos muestra que esa crítica va contra el Señor mismo.
Jesús regañó a la gente por su falta de fe en repetidas ocasiones. Reprendió a todos por su falta de fe porque se preocupaban por comida, ropa, y techo. Reprendió a sus discípulos por su falta de fe cuando tuvieron miedo en medio de una tormenta mortal. Además de esto, cuando Pedro no pudo caminar sobre el agua, Jesús lo reprendió por sus dudas. En nuestro texto le dice a sus discípulos que fracasaron porque no tuvieron suficiente fe. Representa todo lo que nuestros predicadores y teólogos condenan. Su doctrina de la fe es muy extrema e inverosímil para ellos, y no quieren tolerarla.
Los apóstoles aprendieron de Cristo y estaban de acuerdo con él. Como escribió Santiago, “Pero que pida con fe, no dudando nada, porque el que duda es como la ola del mar, llevada de un lado a otro por el viento. No piense tal hombre que recibirá nada del Señor.” (Santiago 1:6-7). La oración no es respondida porque el hombre duda y le falta fe. Esta es exactamente la misma doctrina que las tradiciones religiosas han excomunicado de nuestras iglesias. Pero si la Biblia usa tanto esta razón para explicar el fracaso, las tradiciones son las que están mal en evitarla casi siempre. Critican a los que siguen la enseñanza de Jesús diciendo que están dando falsas esperanzas, pero la verdad es que ellos son los charlatanes espirituales que dan falso consuelo.
Para mantenernos fieles al Señor Jesús debemos restablecer este aspecto de su doctrina en nuestro propio ministerio. Cuando sea apropiado -y lo es muy seguido- debemos repetirle esta explicación a los que nos oyen. No los dejes hundirse en la duda y auto-compasión, ni en el engaño de que tienen una fe fuerte. Empujalos a un nuevo nivel. ¿Por qué fallé? ¡Por tu incredulidad! ¿Por qué no recibí una respuesta a mi oración? ¡Porque tienes muy poca fe! En vez de excusar a otros y a nosotros mismos, vamos a hacerle caso a las palabras de Jesús, condenar la incredulidad, y esforzarnos por crecer en fe.
Hay que recuperar las altas expectativas que tenía Jesús. Lo que la incredulidad considera falsa esperanza, hay que enseñarlo todavía más: “De cierto les digo, si tienen fe como una semilla de mostaza, le podrán decir a este monte, ‘Pásate de aquí a allá.’ y se pasará. Y nada será imposible para ustedes.” (Mateo 17:20). Hay que quitarnos el yugo de las doctrinas y tradiciones humanas, para que hagamos grandes cosas en el nombre de Cristo. Si tenemos fe, nada será imposible para nosotros. Moveremos montañas, y la incredulidad de los teólogos y sus denominaciones no se interpondrán en nuestro camino. Por fe vamos a expulsarlos junto a todos los demonios al infierno.