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Julio Melgar

Por Jacobo Santin, original publicado en redes sociales el 21 de Julio de 2023

 

La historia de Julio Melgar no es palabra de Dios.


Ningún testimonio, por trágico y conocido que sea, ninguna experiencia, propia o ajena, puede dictar nuestras creencias.


Pero el dolor de Julio es citado a cada rato contra las promesas de salud que Dios nos da en la Biblia. Es usado sin piedad para quitarle certeza a los que sufren. Lo curioso es que así como su enfermedad y fallecimiento fueron sonadísimos, hay también miles de relatos de personas que pasaron por lo mismo y sobrevivieron, sostuvieron su fe y se recuperaron, ya sea de manera gradual, milagrosa, como sea, vivieron para contarlo, algunas en nuestras propias iglesias ¿Por qué no llenarnos la boca con esos testimonios, más comunes y cercanos?


¿O por qué no mencionamos la historia de Ezequías, o la del hijo de la Sunamita, o la de los Israelitas en el desierto? Es más, hasta la de los filisteos, que fueron salvados de una plaga cuando devolvieron el Arca,


¿Por qué no recordar mejor el Salmo 103? ¿O Jeremías 33:6? ¿O Santiago 5:14-15?

¿Alguien se acuerda de Jehová Rafá?


Mejor aún ¿Por qué no imitamos a Jesús?

Jesús sanaba tanto como predicaba: a cojos, a mudos, a ciegos, a paralíticos, a leprosos, a la mujer con el flujo de sangre, a la hija de la mujer sirofenicia, al siervo del centurión, a la suegra de pedro; resucitó a Lázaro, resucitó a la hija de Jairo, hizo miles de milagros más, porque era su misión, por mera compasión, pero sobre todo, porque él llevó nuestras enfermedades, cargó con nuestros dolores, y por su herida fuimos sanados.


Precisamente porque él prometió estar con nosotros hasta el fin del mundo todo eso sigue siendo tan válido como hace dos mil años.

Ahorita es fácil vivir de la anécdota, pero cuando vienen los padecimientos, el diagnóstico abrumador, el dolor que no deja descansar, necesitamos la certeza de la Palabra.


“Esdeque no hay que darle falsa esperanza a la gente, Jacobo.” No sabía que confiar en las promesas de Dios era malo, usted disculpe.


Mejor deja de predicar que Jesús perdona pecados, o que da vida eterna a los que creen en él, capaz que confían en eso y Dios en su santísima soberanía decide condenarlos de todos modos, no les des falsas esperanzas.

La verdad es que los amigos que te recuerdan la tragedia de Melgar en medio de una prueba, tan precavidos y maduros y balanceados, serán los primeros en acariciar tu féretro, si te dejas convencer.


Dios te dé hermanos que no se acobarden y sean capaces de decir “¡No aceptaremos un no por respuesta!” Para que con esa vergonzosa irreverencia o ignorancia, tan criticada por el mundo cristiano, pero con mayor fe y valentía, se atrevan a agujerear el techo, ponerte ante Jesús, y arrebatar del cielo para ti algo más que resignación.


“Jesús les dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?”

 

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