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Predestinación y Milagros

Adaptado por Jacobo Santín de "Predestination and Miracles" de Vincent Cheung

 

Jesús le dijo a sus discípulos, "Ustedes no me escogieron a mí, sino que yo los escogí a ustedes." (Juan 15:16) La Biblia enseña una doctrina de elección o predestinación. Antes de convertirnos en cristianos éramos pecadores, malvados hasta la médula, de manera que era imposible volvernos a la justicia por nuestra cuenta. Escoger cualquier bien espiritual era imposible para nosotros. Si íbamos a volvernos del mal al bien, necesitábamos que una fuerza fuera de nosotros nos cambiara. Cuando aceptamos el evangelio y decidimos seguir a Cristo, fue porque Dios nos había escogido antes de la fundación del mundo primero. Si crees que tomaste una decisión de seguir a Cristo, tienes razón, pero tu decisión fue una consecuencia de la decisión que Dios tomó antes. Que Dios te aceptara no fue una consecuencia de tu decisión, más bien el que tu recibieras a Cristo fue una consecuencia de la decisión de Dios, una decisión que fue tomada mucho antes de que tú fueras creado. Como dice Juan, "En esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados." Y después dice, "Amamos porque él nos amó primero." Claro que amamos a Dios, sino no seríamos salvos, pero lo amamos porque él nos amó y salvó primero. Esta es la doctrina de la elección.


Pero no acaba aquí. La predestinación es para más cosas que la pura salvación, o mejor dicho, la salvación incluye más que el perdón de pecados y la promesa del cielo. La salvación en Cristo es un paquete de bendiciones y responsabilidades. No estoy diciendo que tengas que conseguir estas bendiciones y responsabilidades para tener salvación. No, me refiero a que cuando recibes la salvación, estas bendiciones y responsabilidades también vienen junto a ella. Así que no es que tengas que alcanzar el cielo para ser salvo, sino que tendrás el cielo porque eres salvo por fe en Cristo. Y si no llegas al cielo cuando mueres sino que te avientan directo al infierno, significa que nunca fuiste salvo. Esto es sencillo, pero es importante tenerlo en cuenta, porque la gente deja de pensar de esta manera cuando tratamos temas contra los que están sesgados.


Dios nos ha escogido y predestinado. ¿Predestinado para qué? Jesús dijo más cosas, "No me escogieron a mí, sino que yo los escogí, y los puse para que vayan y den fruto, fruto que permanezca. Y el Padre les dará lo que pidan en mi nombre." Dios nos predestinó a dar fruto. ¿Cuál es este fruto? La enseñanza cristiana da por sentado que este fruto se refiere a efectos espirituales y morales, como mejorar nuestro carácter, hacer obras de caridad y del ministerio, como salvar pecadores y plantar iglesias. No está tan mal, pero la idea bíblica de fruto incluye mucho más, y claramente Jesús tenía otras cosas en mente cuando dijo esa frase.


En el mismo verso podemos ver que Jesús no solo tenía en mente predicación y caridad, porque le dijo a sus seguidores que darían fruto y que "El Padre les dará lo que pidan en mi nombre." La vida y el ministerio del evangelio se distinguen por tener respuestas a la oración. ¿Qué tipo de oraciones? ¡Espera! Esto es más débil que lo que Jesús dijo. La doctrina de la oración de la incredulidad histórica es que "Dios responderá tus oraciones si es su voluntad (sin importar lo que ha prometido). O puedes decir que siempre responde tus oraciones, a veces dice que sí, a veces no, a lo mejor, quizás después. O que cuando pides un huevo, te da un alacrán, así que cuando pides crecimiento espiritual te va a dar cáncer para enseñarte una lección." Nosotros nunca hemos admitido esta perspectiva de la oración. La vemos como un engaño satánico. Pero Jesús ni siquiera dijo, "Dios responderá tus oraciones" o "Dios siempre responderá tus oraciones." Él dijo, "Dios les dará lo que pidan." Así es como Dios quiere que pensemos sobre nuestra relación con él. Así es como quiere que pensemos respecto al discipulado. Esto es lo que él quiere que pensemos sobre la fe y la oración. Dios me va a dar lo que sea que yo pida cuando me acerco a él en el nombre de Jesús. Sin esconderse detrás de mil condiciones. Sin excusas para mí o para él.


Dios me dará lo que yo pida. Tendré lo que yo pida. Lo que pido es lo que consigo. Estoy predestinado a tener lo que pido. Es mi destino designado recibir lo que le pida a Dios en el nombre de Jesús. Si nunca has oído esto, nunca has oído la doctrina bíblica de la predestinación, nunca has oído la doctrina bíblica de la oración, nunca has oído la doctrina bíblica del nombre de Jesús, y nunca has oído la doctrina bíblica del discipulado. Muchos versos antes Jesús dijo, "Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que deseen y les será dado. En esto es glorificado mi Padre, en que den mucho fruto y así sean mis discípulos" (15:7-8). Tener lo que pedimos de Dios está íntimamente ligado en su discurso con las nociones de llevar fruto, ser sus discípulos, y amarnos los unos a los otros. Así que recibir lo que sea que le pidamos a Dios es algo tan presente como el evangelio mismo. No se puede tirar sin romper todo el evangelio, y por consiguiente, nuestra salvación. Llevar fruto aquí es prácticamente lo mismo que conseguir lo que le pidamos a Dios, y teniendo lo que le pedimos a Dios mostramos que somos verdaderos discípulos de Cristo.


La tradición nos enseña que somos discípulos cuando demostramos lo bien que aguantamos que Dios no responda nuestras oraciones. ¡La incredulidad histórica dice que demostramos que somos discípulos cuando cumplimos más con nuestra lealtad a él de lo que él cumple su promesa de bendecirnos! Se supone que eso es buen fruto. Se supone que eso es verdadero discipulado. Pero Jesús dijo que mostramos que somos verdaderos discípulos cuando permanecemos en él, sus palabras permanecen en nosotros, para después pedir lo que queramos, y recibir lo que queremos de parte de Dios. A ver ¿Sí somos discípulos o no? Si somos discípulos, tenemos que dejar que el maestro defina qué es lo que significa ser discípulos. La gente dice que nos mostramos como discípulos permaneciendo fieles cuando no recibimos lo que le pedimos a Dios -cuando nos decepciona y parece que ha roto sus promesas. Pero Jesús dijo que nos mostramos como discípulos cuando pedimos lo que queremos y conseguimos lo que queremos. Decide. Acepta lo que dijo Jesús y sé un cristiano, o rechaza lo que Jesús dijo y vete. ¡Salte! Y deja de llamarte cristiano.


Le hablo a gente de fuera, claro, porque esta doctrina de Jesús siempre ha sido aceptada entre nosotros, que podemos tener lo que queramos de Dios por fe. Los de afuera siempre dicen "¿Pero qué hay del abuso?" ¿Qué abuso? ¿Jesús dijo algo sobre abusar? ¿O eres más ortodoxo que él, o más listo, y sabes algo que él no sabía? Si dices ser su discípulo, cállate la boca y obedece a tu maestro. En todo caso deberíamos intentar hazañas de fe tan escandalosas y extremas que van más allá de "lo que sea" antes de empezar a pensar sobre un abuso. Ahorita hablar de "abuso" es solo una excusa para ni siquiera empezar, para no creer ni un poquito de lo que dijo Jesús.


De todas formas, ¿Qué tipo de oraciones tenía Jesús en mente? ¿O qué quería que sus discípulos le pidieran a Dios que hiciera por ellos? Él dijo, "Dios les dará lo que sea que pidan." ¿Qué era ese "lo que sea" en el que él estaba pensando? Claro que "lo que sea" puede incluir más de lo que él tenía en mente, pero si tenía algo en específico, tenemos que saberlo, e invertirle todo a eso primero. De hecho el contexto hace evidente aquello de lo que estaba hablando.


Antes en su discurso, Jesús dijo, "Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras." (14:10-11) La palabra es traducida como "obras" en algunas versiones, y la versión que usamos nos da el significado correcto de "milagros." Sabemos que "obras" no se refiere a su predicación, porque él dijo, "Las palabras que yo os hablo... Creedme... De otra manera, creedme por las mismas obras." Hizo una diferencia entre sus palabras y sus obras. Si no creen por esto, entonces créanme por esto otro. Así que cuando habla de sus obras, no se refiere a sus palabras, ni a su ministerio de predicación, sino a su ministerio de milagros. Después Jesús dijo, "Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado..." (15:22), refiriéndose a sus sermones, y después dijo, "Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho..." (15:24), refiriéndose a sus milagros. Distinguió entre su ministerio de enseñanza y su ministerio de milagros una vez más. No es un tema de énfasis, pero en este contexto sus "obras" solamente se refieren a sus milagros, y excluyen sus ministerio de enseñanza y caridad.


Continuó, "Les aseguro que el que cree en mí hará las mismas obras que yo hago, y hará obras todavía mayores porque yo vuelvo al Padre. Todo lo que ustedes pidan en mi nombre, yo lo haré; así el Padre será glorificado en el Hijo. Yo haré lo que ustedes pidan en mi nombre" (14:12-14) Otra vez, no incluyó acciones o eventos relacionados con sus palabras, como sus sermones. Y no incluyó acciones o eventos relacionados con caridad, porque dijo que estas obras serían cosas que los discípulos "pedirían" que pasaran, y que esperarían que Dios mismo hiciera cuando lo pidieran en el nombre de Jesús.


Así que Jesús dijo que cualquiera que tenga fe en él puede hacer los mismos milagros e incluso mayores. Apostó su nombre sobre esa garantía: "Haré lo que pidan en mi nombre, para que el Padre sea glorificado en el hijo. Pueden pedir cualquier cosa en mi nombre y yo lo haré." Algunos cristianos dicen "Para la gloria de Dios, para la gloria de Dios" como si fuera un mantra, pero son cesacionistas. ¿Cómo se glorifica Dios? Jesús dijo que Dios es glorificado cuando hacemos los mismos milagros que él hizo e incluso mayores por el poder del Padre, y en el nombre de Jesús. Tener lo que sea que pidamos de Dios es lo que significa ser cristiano, Dios glorificándose a sí mismo cuando nos da lo que le pedimos. Esto no es un punto opcional o dispensacional del discipulado, porque de acuerdo con Jesús esto es el discipulado, tener lo que queramos de Dios, sobre todo milagros, en el nombre de Jesús.


Después dijo inmediatamente, "Si me aman, obedecerán mis mandamientos" (14:15). ¿Qué nos acaba de mandar? Hacer los mismos milagros, hacer mayores milagros, glorificar al Padre pidiendo "lo que sea", especialmente milagros. Ahora, si alguien se niega a hacer milagros, no quiere ni siquiera intentarlo, e incluso habla en contra de esto, ¿Quién puede decir que esa persona ama a Jesús? Si te atreves, ándale. Ciertamente yo no tengo las agallas para opinar mejores cosas sobre alguien que las que opina Jesús. Si Jesús dijo que alguien no lo ama, confieso que no tengo manera de contradecirlo. No tengo esa autoridad ni la arrogancia para desafiar a Cristo en su cara. Ni soy tan estúpido como para insistir con que una persona así lo ama.


Nos hemos limitado a Juan 14 y 15, y nos hemos restringido a solo unos cuantos tópicos. Pero Jesús siguió hablando sobre esto, de manera que hasta en 16:23-24 lo escuchamos decir, "Les digo la verdad, mi Padre les dará lo que pidan en mi nombre. Hasta ahora no han pedido en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su gozo sea completo." Cuando algo es repetido tantas veces y de forma tan enfática, muchos credos le dedicarían secciones enteras. De hecho los credos llegan a incluir doctrinas basadas en solo unos cuantos pasajes bíblicos, a veces solo uno ¡Y a veces cuando no hay siquiera uno! E incluso esos pasajes que incluyen comúnmente son distorsionados para promover sus doctrinas y tradiciones de hombres. Algunos puntos que tienen una base bíblica mucho menor son considerados pruebas de ortodoxia. ¡Pero nunca leemos sobre lo que Jesús mando en ese credos, nada! No leemos nada sobre pedir y recibir los milagros que queremos de Dios en el nombre de Jesús. No escuchamos nada sobre ver esto como el fruto de la fe, como la evidencia del discípulado, y como una forma de glorificar a Dios. Se nombra de forma explícita y directa como una prueba de ortodoxia, y como la forma en la que alguien puede reconocer un verdadero discípulo (Juan 15:7-8). Pero no oímos nada sobre eso. Y si se menciona el tema en absoluto, viene con la negación oficial, con que eso ya cesó, o que está mal, o algo así ¿Por qué? Como dijo Jesús, "Si me aman, obedecerán mis mandamientos."


Todo esto es para decir que, de acuerdo con Jesús, si has sido escogido para salvación has sido escogido para hacer los mismos milagros que hizo Jesús, y milagros aún mayores, para que el Padre se glorifique por medio del nombre de Jesús. Este es el propósito de tu vida si eres un cristiano. Si no predicas esto, entonces no conoces la predestinación. Bien podrías ser un Arminiano. Un Arminiano que cree en las promesas de Dios es mucho mejor que un Calvinista que niega sus promesas, y que recurre a la "voluntad de Dios" contra la Palabra de Dios, y se niega a dejar que Dios cumpla su palabra. Este es el peor tipo de hereje. Es teología deformada. Es teología contrapactual. Pero los Calvinistas están bien orgullosos de ser cesacionistas, cuando deberían estar avergonzados y aterrados.


¿Qué es mejor? ¿Un Calvinista que dice creer en la predestinación pero que se niega a obedecer a Cristo, a llevar fruto y a hacer milagros, o un Pentecostal que no cree ni entiende la predestinación pero que obedece a Cristo, que da fruto y obra milagros? El Pentecostal debe convencerse de la doctrina bíblica de la predestinación cuando se la expliquen, pero hasta en su ignorancia ya está años luz más adelantado. Está viviendo el propósito de su vida. El Calvinista podrá disfrutar hablar de predestinación, pero si no encaja en la descripción de alguien que ha sido escogido para vida, no tenemos razón para creer que es uno de los escogidos. Para empezar, el Calvinista tiene una comprensión pobre de la predestinación. Sus fórmulas doctrinarias son incompetentes y paradójicas hasta en las áreas donde parece estar más de acuerdo con las Escrituras que otras personas. Es ridículamente débil en donde es más fuerte. Combinando eso con el hecho de que el Calvinista no quiere aceptar lo que Jesús dijo que estamos predestinados a hacer y a convertirnos, significa que ni siquiera cree en la predestinación bíblica. El Calvinista que también es cesacionista no cree más en la predestinación que un Pentecostal Arminiano, solo es más desobediente e hipócrita.


Por la autoridad suprema de Jesucristo reprende cada doctrina, cada credo, cada iglesia, cada denominación, cada teólogo y cualquier otra cosa, persona, o institución que afirme la doctrina de la soberanía divina, elección, reprobación, o predestinación, pero que al mismo tiempo afirme el cesacionismo, o fracasa de cualquier otra manera en afirmar la doctrina de que cualquiera que tenga fe en Jesús debe obrar los mismos milagros que él, e incluso mayores, como algo de fe común, fruto espiritual, discipulado, y obediencia.


Ordeno a cada uno de ellos a arrepentirse en público, y ya sea abrogar o examinar cada credo, doctrina, política, credencial, e institución histórico o actual que permita o apoya esa resistencia tan descarada contra las promesas y mandamientos directos de Cristo. Aquí es donde acaba mi responsabilidad hacia cualquiera que le quede el saco. No puedo forzarlos a cambiar, pero es mi deber dar testimonio contra ellos, para que Dios los confirme en su desobediencia y multiplique su culpa, o los convierta de su iniquidad y destrucción por medio del Espíritu. Mientras más dicen conocer la Palabra de Dios, más dicen defender la fe, más dicen entronar las Escrituras, pero perseveran en su incredulidad y desobediencia, más se condenan a sí mismos.


Un verdadero discípulo de Jesucristo no está predestinado a creer en la pura idea de la predestinación, sino que está predestinado a creer para lo que las Escrituras dicen que fuimos predestinados -dar fruto, recibir de parte de Dios, y obrar milagros. No hacemos a la gente Calvinista o Pentecostal en nuestro ministerio. Valoramos demasiado al evangelio y a nuestra labor como para proponernos algo tan estúpido. Más bien hacemos discípulos de Jesucristo. No aceptamos las estúpidas teorías de los hombres, escupimos en sus estúpidos rituales y reglas, y sus tontas etiquetas y tradiciones. Repito, no es que sean amenazas importantes que merezcan nuestra atención, pero valoramos demasiado el evangelio y nuestro trabajo como para dejar que los hombres controlen nuestra doctrina, misión, o nuestras conciencias. Seremos todo lo que Jesús dijo que seriamos, y tendremos todo lo que dijo que debemos tener. Cualquiera que nos quiera robar cualquier parte del evangelio se puede quemar en el infierno. No tienen por qué perecer -pueden creerle a Jesucristo. Pero si quieren desobedecer a Cristo, van a desobedecer a Cristo. Y si se quieren quemar en el infierno, pueden quemarse en el infierno.


(A veces las etiquetas son convenientes, por ejemplo, si alguien nos quiere llamar Calvinistas, o Pentecostales, o carismáticos, o lo que sea, no siempre lo vamos a negar. Pero estos son apodos, en el mejor de los casos, no identidades. Aquí es donde los tradicionalistas caen en el error. Adoptan y veneran estas cosas como si fueran su identidad, y las defenderían como defienden sus vidas. Ahora ya no son discípulos de Cristo, sino seguidores de los hombres. Cuando las etiquetas provocan limitaciones y malentendidos, e idolatría, como normalmente lo hacen, es mejor bajarle a su uso o dejarlos. Así que a veces toleraremos apodos cuando hablamos con gente de afuera, pero entre nosotros los odiamos.)


Ningún cesacionista está calificado para enseñar la predestinación. De la misma forma que nadie que niegue la expiación puede hacer evangelismo. Nadie que crea menos que todas las cosas maravillosas para las que Dios nos ha predestinado debería de hablar una sola palabra sobre la predestinación. La doctrina de predestinación de esa persona siempre estará distorsionada y mal encaminada. Independientemente de la etiqueta que se ponga a sí mismo, y sabemos que la gente ama tanto sus etiquetas, esa persona es un enemigo de la doctrina y un enemigo del Evangelio. Lo mismo aplica para cualquiera que diga que cree en estas cosas pero solo en papel, que se niegue a afirmar y enseñar lo que Jesús dijo sobre las obras y las obras mayores, y se niega a actuar pidiendo y recibiendo milagros de Dios en el nombre de Jesús, incluso cuando surgen las oportunidades adecuadas para hacerlo. Llamarte Pentecostal o Carismático es tan tonto e inútil como llamarte Calvinista, cuando no crees ni obedeces la Palabra de Dios. Todo esto es para apantallar religiosos. No es más que moda piadosa. No hay fe, no hay acción, y no hay poder detrás de ello.


La Biblia enseña la predestinación, y la predestinación garantiza milagros por el evangelio. Así que la doctrina bíblica de la predestinación debe garantizar milagros. Si esto es rechazado, entonces no estamos hablando de la doctrina bíblica de la predestinación. Como ilustración, Pablo dijo que a los que Dios conoció también predestinó, y a los que predestinó también los llamó. y a los que llamó también justificó, y a los que justificó también los glorificó. Si tienes una cosa, tienes la siguiente, y si tienes una cosa, también tienes las demás. No puedes decir, "Fui predestinado por Dios para ser justificado, pero no predestinado para ser glorificado." No, es un mismo decreto y una misa doctrina. Son uno así como Dios es uno. No puedes amar a Dios y odiar al Hijo, sino que el que tiene al Hijo tiene al Padre. Si no estás predestinado a ser glorificado, entonces no estás predestinado a ser justificado. No puedes decir que solo los apóstoles estaban predestinados a ser glorificados, y a ti te basta con ser justificado. Y no puedes decir que la justificación cesó después de los apóstoles, o después del primer siglo, pero que puedes saltártela y pasar directamente a la glorificación. No, se trata de un mismo decreto de elección y una misma doctrina de predestinación. O tienes todo en la predestinación, o no tienes nada.


Igualmente, no puedes decir que estás predestinado para justificación pero no predestinado para milagros. No puedes rechazar la predestinación al ministerio de milagros sin renunciar también a todas las demás cosas que pertenecen a la predestinación, incluyendo tu conversión y justificación. No hay un fundamente bíblico o método lógico para quitar quirúrgicamente esta parte de la salvación. Es uno con el evangelio, así que no solo es una parte, sino que es tan importante como el todo. No puedes cortarle el brazo derecho a Cristo, arrancarle los ojos, cortarle las piernas, y quedarte con el resto de él, y pensar que todavía eres su discípulo o hasta un héroe espiritual, un defensor de la fe. No puedes convertir a Cristo en un monstruo y esperar salir ileso. Cristo es uno, si cortas una parte de él, eres cortado de él. No puedes tener un Cristo modular. Si rechazas una parte de él lo pierdes todo.


Olvídate de dones espirituales. ¿Qué tiene que ver eso con lo que estamos hablando? Jesús dijo que cualquiera que tenga fe puede obrar los mismos milagros que él, e incluso mayores, porque tendrá lo que le pida a Dios (Juan 14:12-14), y dijo que esto se trata de llevar fruto, no de dones (Juan 15:7.8,16). Así que no estoy pensando en ningún don espiritual. Hablo de fruto espiritual. Hablo del fruto del discipulado común. Hablo de lo que sucede naturalmente cuando una persona permanece en Cristo y sus palabras permanecen en él. Estoy hablando sobre obedecer a Jesús, quien nos dijo que hiciéramos los mismos milagros que él, incluso mayores. Estoy hablando de pedirle a Dios Padre lo que yo quiera para que sea glorificado en el nombre de Jesús. Que cesen todos los dones, no cambiaría nada. Estoy hablando de predestinación. Dios me ha escogido y puesto para llevar fruto, fruto que permanezca, para que cualquier cosa que pida al Padre me la de. De esa forma muestro que soy un discípulo de Cristo, y el Padre se glorifica en su nombre. El fruto del discipulado no ha cesado. No ha cesado el Dios que se glorifica a sí mismo. No ha cesado el nombre de Jesús. Mi amor por Cristo no ha cesado, así que obedezco sus mandamientos de obrar los mismos y mayores milagros, para que Dios se glorifica a sí mismo dándome lo que sea que yo pida.


Si el fruto del discipulado ha cesado, entonces también ha cesado el discipulado, y eso significa que nadie puede ser discípulo de Cristo, lo que significa que nadie puede ser salvo y todos quemarán en el infierno. Pero si alguien todavía puede ser salvo por la fe en Cristo, entonces ese alguien puede ser un discípulo, y el fruto del discipulado es que la persona haga las mismas obras que hizo Jesús, incluso mayores, y que Dios se glorifique cuando le dé lo que pida en el nombre de Jesús. Esto es el evangelio, y solo hay un evangelio. Cualquier que rechaza esto también rechaza el evangelio, y a Jesucristo y la salvación. Estoy repitiendo esto de mil maneras porque de verdad es sencillo e innegable, no hay versión compleja de esto, a menos que lo que queramos sea ofuscar la doctrina y reprimirla. Vamos una y otra vez repitiendo lo que Jesús dijo de varias maneras, y mucha gente sigue sin comprenderlo, no les hace click. Y no lo van a comprender porque no quieren comprenderlo. Los hipócritas religiosos hablan y hablan sobre la soberanía de Dios, pero no respetan las decisiones que toma. No creen sus palabras, ni obedecen sus mandamientos. No hay salvación a la carta. No puedes decidir si quieres que haya sanidad o prosperidad de Dios por medio de la fe. No depende de ti decidir si Jesús dijo lo que dijo. No depende de ti decidir si es posible que los hombres y mujeres que creen en Jesús pueden obrar los mismos milagros y mayores. No depende de ti -¡Y gracias a Dios que no depende de ti!- decidir qué podemos hacer o pensar el resto de nosotros. Vamos a hacer lo que Cristo dijo porque lo amamos. Si te niegas a hacer lo que dijo, si te niegas a enseñar lo que dijo, o si hablas contra lo que él enseñó -si haces cualquiera de esas cosas- nos queda claro qué eres tú.


Si alguien dice amar a Jesucristo, que lo muestre pidiendo y obteniendo milagros de Dios (Juan 14:11-15). Si alguien dice permanecer en Jesucristo, que lo muestre pidiendo y consiguiendo milagros de Dios (Juan 15:7-8). Si alguien dice que las palabras de Cristo permanecen en él, que lo muestre pidiendo y consiguiendo milagros de Dios (Juan 15:7-8). Si alguien dice que lleva fruto para Dios, que lo muestre pidiendo y recibiendo milagros de Dios (Juan 15:8,16). Si alguien dice que está dando gloria a Dios, que lo muestre pidiendo y recibiendo milagros de Dios (Juan 14:13,15:8). Si alguien dice que fue escogido por Dios, que lo muestre pidiendo y consiguiendo milagros de Dios (Juan 15:16). Pero si alguien no pide ni recibe milagros de Dios, y se niega a intentarlo siquiera, y si habla en contra de esto, entonces, conforme a las palabras de Cristo, esa persona no ama a Cristo, no permanece en Cristo, no tiene las palabras de Cristo en él, no lleva fruto para Dios, no le da gloria a Dios, y no ha sido escogido por Dios.


Todos los argumentos son inútiles. Esa persona se condena seis veces en un solo pedacito de las Escrituras. Si enseña predestinación, se condena una vez más por su hipocresía. Tiene una idea vacía de un decreto eterno, rechaza el contenido de ese decreto. La predestinación no es algo con lo que podamos jugar de esta manera. Lo va a aplastar como un insecto. La persona demuestra que está consciente de la doctrina cuando habla de la predestinación, pero cuando rechaza lo que la predestinación implica innegablemente, da testimonio contra sí mismo y condena su propia alma. Se declara un perdido, predestinado al fuego del infierno.


Para nosotros que creemos, la predestinación son buenas noticias. La fe en nuestros corazones es la evidencia de que hemos sido escogidos para salvación, predestinados para grandeza y bendición. Hemos sido designados para seguir a Cristo, permanecer en él, y que sus palabras permanezcan en nosotros, así que podemos pedir lo que sea nuestra voluntad, y nos será hecho. Como él dijo, "Pedirán lo que quieran." Ustedes siempre responderán, "Sí, pero solo si es la voluntad de Dios," sin importar lo que diga la Biblia. Eh, no, él expresó, "pedirán lo que USTEDES QUIERAN." Dijo intencionalmente, "Pedirán lo que quieran." Jesús pudo haber dicho "lo que Dios quiera" tantas veces como quisiera. Si hubiera querido decir "la voluntad de Dios" hubiera dicho "la voluntad de Dios." La voluntad de Dios es que pidas lo que tú quieras o lo que tú desees.


Si insistes con la "voluntad de Dios" en este contexto, estás cambiando la Palabra de Dios y exhibiéndote como un perdido. Pero pierdes aún más, porque Jesús ya te dijo la voluntad de Dios. Te ordenó que pidieras y consiguieras los mismos milagros que él, incluso mayores. La Biblia te lo está diciendo en la cara. ¿Por qué te niegas a hacerlo? ¿Por qué te niegas a pedir la voluntad de Dios, hipócrita? Vas por ahí diciendo, "La voluntad de Dios, la voluntad de Dios." Vas por todos lados defendiendo la doctrina de la soberanía divina y atacando a la gente que no cree como tú. Estás tan orgulloso de tu celo que, añadiéndole al nombre de Jesús, te nombrarías junto con los hombres relacionados con esta doctrina. Pero cuando la Biblia te dice cuál es la voluntad de Dios, la rechazas. Y cuando alguien pide la voluntad de Dios o la enseña, se lo prohíbes. ¿Ves? Nunca te ha importado la voluntad de Dios. De hecho siempre has estado en su contra.


La predestinación son buenas noticias para los que creemos el evangelio, no para los que fingen creerlo, sino para los que creen en verdad. Hemos sido puestos para llevar mucho fruto, fruto que permanezca. Hemos sido ordenados para tener fe en Dios y amor hacia Jesús, para obedecer todos sus mandamientos. Hemos sido designados para obrar los mismos milagros que hizo Jesús, e incluso mayores, porque él prometió "Si piden cualquier cosa en mi nombre, yo la haré." Hemos sido destinados a recibir respuestas a nuestras oraciones -no solo clichés vacíos y providencias ambiguas, sino manifestaciones sobrenaturales de exactamente lo que queremos y lo que pedimos. Ese es nuestro destino. Estás predestinado a tener éxito en el ministerio de sanidad y de profecía. Estás predestinado a poner las manos sobre los enfermos y verlos recuperarse. Estás predestinado a recibir visiones y sueños, lenguas e interpretaciones, y todo tipo de prodigios y señales en el nombre de Jesús. Para que así como está escrito, "Al que es poderoso para hacer todas las cosas más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros." Así es como usamos la doctrina de la soberanía divina. Dios nos dará lo que sea que pidamos en el nombre de Jesús, y porque él es soberano, hará más abundantemente de lo que pedimos, incluso más de lo que podamos pensar o imaginar.

 


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