top of page

No Pidas Alacranes

Adaptado por Jacobo Santín, de "Don't Ask for Scorpions" de Vincent Cheung

"¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si ustedes, siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!" (Mateo 7:9-11)

Un escorpión agazapado en el pasto

Jesús restauró la confianza de las personas en Dios y en la eficacia de la oración. Él conocía a Dios, Él mismo era Dios. Dirigía sus oraciones al Padre, y también recibía oraciones dirigidas hacia Él. Jesús sabía más de oración que nadie. Y enseñó que, cuando oras, Dios no solo te va a responder, sino que responderá dándote exactamente lo que pediste, en la manera en que lo pediste.


Imagina que me pides la hora, pero te doy una cachetada. Es una respuesta, pero no es una buena respuesta ni es la respuesta que querías. No satisface tu necesidad o tu deseo. Imagina que me pides que traiga algo de comer, pero te traigo ropa. Sería una respuesta, y esta vez no sería una respuesta perjudicial para ti, pero tampoco se relaciona con lo que pediste, así que seguirás sufriendo y teniendo carencias.


Si las cosas siguen así tú confianza en mi va a irse desgastando. A la próxima, si necesitas la hora, mejor se la vas a pedir a alguien más, o a lo mejor la investigas tu mismo, para que no te abofeteen y sigas sin saber qué hora es. Y si quieres algo del súper, mejor le pedirás ayuda a otra persona o irás tú mismo. Pedirme ayuda no tendría sentido, sería impredecible. Nunca sabrás qué te voy a dar o qué te voy a hacer. Te conviene más alejarte de mi e irte con otra gente, o ser auto-suficiente. Si todavía tienes una relación conmigo, no habría nada de confianza ni de reciprocidad, todo sería puramente simbólico, tendrías muchas reservas.


Esto es lo que hacen las enseñanzas sin fe que hay sobre la oración. Distorsionan la perspectiva que la gente tiene de Dios. Hacen que adorar a Dios sea algo agotador. Hacen que la religión se vuelva una carga más encima de todos los problemas que ya tiene la gente. En vez de ser un gran salvador, Dios se vuelve una amenaza gigante entre sus demás preocupaciones. Este tipo de teología convierte a Dios en una deidad cruel y caprichosa como los dioses paganos, que ni siquiera existen y que de hecho son demonios que atormentan a los que no tienen libertad en Jesús. Esto es una injusticia contra Dios y contra las personas que él quiere que lo adoren.


Cuando le pidas una cosa a Dios, no te va a dar algo diferente, Jesús enseñó eso porque la teología y las tradiciones incrédulas siempre quieren justificar el fracaso y las decepciones. Y es que hay tanto fracaso y tanta decepción precisamente porque en la teología y tradiciones incrédulas en verdad no hay Dios, solo es una palabra o un símbolo. Los religiosos sin fe te van a decir que ores, y te van a decir que no importa lo que hayas pedido, lo que recibas va a ser tu respuesta, así que el fracaso nunca va a ser tu culpa, sino que será la decisión de Dios. Así se engañan a sí mismos. Esto hace que la oración empeore tu dolor y sufrimiento, pero que estés obligado a aceptarlo como la voluntad de Dios.


Conforme a la teología carente de fe, no importa lo que pidas o cuánta fe tengas, Dios te va a responder dándote algo que Él cree que es mejor, y que probablemente sea diferente a lo que pediste, o lo contrario de lo que pediste, incluso algo que podría ser una amenaza para ti o que podría empeorar tu situación. Jesús rechazó esa doctrina. Jesús dijo que pensar que Dios obra así es como decir que Dios es peor que unos humanos pecadores.


Las doctrinas incrédulas nos llevan a tener incertidumbre al orar, y hacen que nos preocupemos de que orar nos haga sufrir más. De hecho, está casi garantizado que te va a llegar algo diferente a lo que pediste, pero estás obligado a decir que es algo mejor que lo que pediste, porque Dios decidió dártelo en vez de eso. Jesús desechó esa tontería cuando enseñó sobre Dios, la fe, y la oración.


¿Cómo puedes saber qué es lo que Dios te va a dar? ¡Según Jesús, basta con escucharte a ti mismo! ¿Sabes qué estás pidiendo en oración? Lo que pides es lo que Dios decide darte. Un hijo pide pan, así que el padre decide darle pan. El hijo pide un pescado, su padre le da un pescado. Cuando un niño pide pescado, ya sabe qué va a cenar. ¿Cómo sabe? No necesita revelación sobre la voluntad de sus padres. No tiene que esperar a ver qué aparece en la mesa. Solo se escucha a sí mismo. Lo que diga es lo que recibirá. Lo que pida es lo que sus papás le darán. Esta es la teología de fe, es así de simple.


Hay otro sentido en el que aplicamos esta enseñanza de Jesús. Si es cierto que cuando pedimos un pescado, Dios nos da un pescado, y si pedimos un pescado, Dios no nos va a dar una serpiente, eso significa que si recibimos una serpiente, no viene de Dios y no tenemos que aceptarla. Si un niño pide un pescado pero le dan una serpiente y la acepta, o tiene una deficiencia mental o es un niño que sufre mucho maltrato. Cuando yo le pida a Dios un pescado, y aparezca una serpiente, no voy a pensar que esa es la respuesta de Dios a mi oración, tengo que rechazar la serpiente e insistir con mi pescado.


Si oro por sanidad, y la enfermedad sigue o empeora, nunca debo pensar que esa es la voluntad de Dios, precisamente porque eso no fue lo que yo pedí. Si yo pido sanidad, solo la sanidad será respuesta de Dios. Solo porque algo pasa después de que oro no significa que esa es la respuesta de Dios a mi oración. Puedo estar seguro de que esa no es la última palabra porque eso no fue lo que pedí. La respuesta de Dios a mi oración es lo que yo pido en oración, no algo diferente, no algo opuesto. Los incrédulos enseñan que Dios puede reemplazar lo que pides con algo distinto, algo inferior, algo doloroso, te fuerzan a mentir y decir que es mejor. Esta doctrina tan angustiante es una injusticia religiosa que Jesús vino a extinguir.


Jesús dijo que Dios quiere darle "cosas buenas" a los que le piden. Esas cosas buenas no son definidas por un estándar desconocido. En su propia enseñanza Jesús definió las cosas buenas como aquellas cosas que pides en oración. Así que no pidas una piedra cuando puedes pedir pan, no pidas una serpiente cuando puedes pedir un pescado. ¡No pidas enfermedad, sino ten fe para sanidad! ¡No pidas pobreza, sino ten fe para prosperidad! ¡No pidas depresión y derrota, sino ten fe para éxito y felicidad! ¡No pidas sufrimiento, sino ten fe para libertad y victoria! ¡No pidas verguenza y estancamiento en tu ministerio, sino ten fe para milagros y profecías que acompañen tu evangelismo y enseñanzas!


No podemos limitar esto solamente a las cosas que los religiosos piensan que son dignas de pedirle a Dios. El punto es cómo Dios responde a lo que nosotros decidimos pedirle, no lo que él decide darnos por su cuenta. Jesús no dijo que cuando un niño pide un pescado, sería mejor darle un juguete. El niño bien puede pedir un juguete en otro momento, pero el punto de su enseñanza es que los padres le darían a su hijo exactamente lo que pidiera, no algo bueno pero de otro tipo, ni siquiera otro tipo de comida.


No se trata de si lo que Dios quiere darnos es algo espiritual o natural, o cualquier cosa en otra categoría. Esta enseñanza no se le aplica a ninguna categoría específica sino hasta que sabes qué es lo que pides. Si pides dinero para pagar tus recibos o financiar tus proyectos, el asunto será cómo responde Dios a tu oración por dinero. No se vuelve de pronto riqueza espiritual, o sanidades y profecía, u otra cosa. El contexto de esta enseñanza la define tu oración.


Un escorpión agazapado en el pasto

Jesús dijo que ni un pajarillo cae a tierra fuera de la voluntad de Dios, pero aún así puso el énfasis en el poder decisivo de la voluntad del hombre cuando se trata de fe, oración y milagros. Si nos importa tanto la voluntad de Dios cuando oramos, entonces nunca hay que pedir cosas que vayan contra la voluntad de Dios. No hay que pensar nunca que las cosas malas son su respuesta para nosotros. Nunca hay que pedir enfermedad, pobreza, o sufrimiento. No aceptes la enfermedad. No te conformes con el fracaso. ¿Y si una niña le pide a su padre una serpiente o un alacrán? ¿Acaso eso no lo pondría en una situación muy difícil? ¿Acaso no sería una forma de abuso? El simple hecho de pedir una víbora sería suficiente para probar a un buen padre, y permitir enfermedad y fracaso sería tentar a Dios. Una forma de rebeldía y abuso.


En todo caso, Jesús dio esta enseñanza más de una vez. Conforme viajaba a diferentes lugares iba repitiendo las lecciones que daba a distintos públicos. Así que encontramos esta doctrina expresada un poquito diferente en el Evangelio de Lucas: "¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?"


En Mateo se aplica esta enseñanza a todo tipo de cosas buenas, y esas cosas buenas las decide la persona que ora, el que pide esas cosas buenas. Acá en Lucas esta doctrina puede aplicarse a cualquier cosa buena, ya que Jesús dijo que los padres humanos saben dar cosas buenas a sus hijos, aún así Jesús le dio una aplicación específica: el Padre esta muy dispuesto a darle el Espíritu Santo a los que lo piden.


Estas son buenas noticias. El Espíritu Santo no es solo un decir de la Biblia, sino que se refiere a Dios mismo, al Espíritu mismo de Dios que trae milagros y profecías. Lucas se refiere muy seguido al Espíritu Santo de esa manera. Como dijo Jesús, "Y recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo." Jesús incluyó al Espíritu Santo como una de las cosas que podemos pedir.

El Espíritu no está limitado solo para las personas que tienen un llamado especial o para los que tienen un nivel único de santidad. Un padre le dará pescado a su hijo que le pide un pescado. El padre no va a negarse a darle un pescado, o darle una víbora en su lugar. De la misma forma, Dios Padre le dará a cualquiera que le pida el Espíritu Santo, no va a rechazarlo ni a darle algo diferente o inferior. Esta persona recibirá nada más y nada menos que el Espíritu Santo y todo lo que eso significa: poder, sabiduría, valentía, y milagros.


Jesús no se estaba refiriendo a la salvación. No quiso decir que el Padre salvaría a cualquiera que se lo pidiera. Cuando te arrepientes de tus pecados y recibes la salvación, no dices: “Padre, dame tu Espíritu Santo” o “Espíritu Santo, creo en ti y te recibo”. No, hablas de Jesús. Crees en tu corazón que Jesús sufrió y murió en tu lugar, y que Dios lo resucitó de entre los muertos para tu justificación. Y declaras con tu boca que renuncias a tus pecados y a tu vida anterior, y que de ahora en adelante seguirás a Jesucristo, que creerás en él y le obedecerás. De esta manera, eres salvo. Y eres salvo incluso si no tienes conocimiento del Espíritu Santo ni lo mencionas.


Pedir el Espíritu Santo es algo completamente distinto. Es algo que sucede después de que una persona recibe a Jesucristo, es algo diferente que viene de Dios. Cuando una persona sigue a Jesucristo, empieza una vida nueva. Y cuando una persona recibe al Espíritu Santo, obtiene otra dimensión de poder para vivir esa vida nueva, para predicar el evangelio con poder, sabiduría y con milagros. Se convierte en testigo de Cristo. Cuando recibes a Cristo, recibes vida. Cuando recibes al Espíritu, recibes poder.


Jesús y Lucas consideraban esto tan importante que lo aplicaron dentro de la enseñanza sobre la oración. Puedes pedir muchas cosas al orar, y Dios te dará lo que pidas, pero si vas a pedir algo, asegúrate de pedir el Espíritu Santo, entendiendo que al hacerlo estás pidiendo un poder sobrehumano, sabiduría, valentía, y todo tipo de señales, milagros y experiencias sobrenaturales.


En las enseñanzas de Jesús, tanto en el Evangelio de Lucas como en el libro de Hechos, el Espíritu Santo siempre viene acompañado de poderes milagrosos y proféticos. La enseñanza de Jesús sobre la oración implica que, cuando pides el Espíritu Santo, Dios te dará ese mismo Espíritu, con los mismos dones, poder y experiencias. No te dará un espíritu maligno ni un espíritu sin milagros ni revelaciones. El Espíritu Santo te enseñará toda la verdad, incluyendo las mismas verdades que ya se revelan en las Escrituras. Dios no te dará otro espíritu, y tú tampoco debes aceptar ni otro espíritu ni otro evangelio.


Necesitamos resaltar esta enseñanza de Jesús. Si fusionamos recibir al Espíritu con el recibir a Cristo, entonces esa verdad queda anulada, y también se anula el potencial de las personas para recibir ese extra de poder. Satanás ha usado a sus propios teólogos para mantener este error en la teología, porque el poder del Espíritu en el pueblo de Dios representa una amenaza extrema para el reino de las tinieblas. Quienes se oponen a la diferencia que hay entre recibir a Jesucristo y recibir al Espíritu Santo, en efecto, están hablando en contra del Espíritu. “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!”


Después de que alguien se ha convertido en cristiano, podemos usar la enseñanza de Jesús sobre la oración para fortalecer su confianza. Si le pide a Dios el Espíritu Santo —lo que significa también pedir poderes sobrenaturales y las experiencias que el Espíritu trae consigo—, entonces eso es exactamente lo que Dios le dará. Dios no le negará el Espíritu, ni le dará otro espíritu distinto. No le dará un espíritu que no produzca lo que el Espíritu Santo produce. Si pides sanar a los enfermos, expulsar demonios, hablar en lenguas o profetizar, Dios no te dirá que no, ni te dará algo débil o sin poder en su lugar. Primero, se te anima a pedir. Segundo, se te promete una respuesta. Y tercero, debes rechazar todo lo que sea distinto o inferior.

 
 

Jacobosant.in

bottom of page