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La Doctrina Bélica de Jesús

Adaptado por Jacobo Santín de "The Doctrine that Jesus Weaponized" de Vincent Cheung


 

La maravillosa doctrina de la blasfemia contra el Espíritu Santo aparece en los tres evangelios sinopticos (Mateo 12:22-32, Marcos 3:22-30, Lucas 12:8-12). Se alude o se asume la misma idea en otros lugares, pero nos vamos a concentrar en las declaraciones directas de Jesús. Los tres escritores le dan un espacio y contexto considerables a la doctrina, pero la versión de Mateo conviene más, así que la usamos frecuentemente cuando discutimos sobre el tema. Si nuestra tarea fuera leer todo el Evangelio de Marcos, o el Evangelio de Lucas, usaríamos sus versos para abordar este tema.


A comparación de Mateo, el Evangelio de Lucas parece tener más material entre la acusación contra Jesús (Lucas 11:15) y su dicho sobre el pecado imperdonable (Lucas 12:10), pero es fácil ver que los versos entre ambos guardan un tema consistente (Lucas 11:16-12:9), la maldita religión de la incredulidad y de la tradición. Este tipo de religión surge de la hostilidad hacia Dios, lleva a la miseria a los que cargan con ella, y después los lleva al fuego del infierno. Al seguir una religión carente de fe muchos terminan cometiendo el pecado imperdonable. De hecho, si nos tomamos el tiempo de considerar esos versos, podríamos concluir que aun más personas han cometido el pecado imperdonable de lo que solo sacaríamos estudiando los versos de Mateo. Así que los tres Evangelios muestran un vínculo estrecho entre la crítica hacia el ministerio de sanidad de Jesús y su respuesta de condenación.


La doctrina de la blasfemia contra el Espíritu Santo es una enseñanza mayor en los Evangelios. No menos extensa que las doctrinas del matrimonio, o de la comunión, y es más explícita que las doctrinas del bautismo en agua y el gobierno de la iglesia. Y cuando aplica, hay mucho más en juego con esta doctrina que todas esas otras doctrinas juntas multiplicadas un trillón de veces. ¿Por qué no es una enseñanza mayor en nuestras iglesias y en nuestros credos? ¿Por qué no es un test de ortodoxia doctrinaria y membresía de la iglesia? Pero en vez de eso casi nunca se menciona, y cuando se menciona, la niegan enfáticamente. La tratan como un problema (¡Que Jesús creó!) que debe de reprimirse con consejería.


Voy a decir esto: neutralizar la doctrina es dejar que más gente cometa el pecado. Y aunque olvidarse de la doctrina no es tan devastador como cometer el pecado, es... ¿Cómo lo podría decir?... es estar muy cerquita de hacerlo. Cuando se trata de doctrina, ser negligente, ignorarla, o descartarla son posiciones peligrosas, porque en el mismo contexto Jesús dijo, "El que no es conmigo es contra mí, y el que conmigo no recoge, desparrama." El único lugar seguro es apoyar el ministerio de milagros y la doctrina del pecado imperdonable.


Había un hombre que estaba siendo atormentado por un demonio, de manera que no podía ver ni hablar, y Jesús "lo sanó," de manera que el hombre ya podía ver y hablar. Así que nos referimos al ministerio de sanar a los enfermos y expulsar demonios. Los religiosos dijeron, "Está poseído por Belzebú" (Marcos 3:22) -Podríamos decir "Satanás" - y dijeron "Él expulsa demonios por el príncipe de los demonios." Así que le llamaron demonio o Satanás al espíritu que estaba dentro de Jesús, decían que el poder que Jesús usaba era el poder de un demonio. Como el Espíritu Santo era el que estaba en Jesús, y como el poder de Jesús era el poder del Espíritu Santo, y por el Espíritu Santo él sanaba a los enfermos y expulsaba demonios, esa gente llamó demonio al Espíritu Santo indirectamente.


Claramente era la gente más religiosa de ese tiempo. ¿Crees que habrían llamado demonio al Espíritu Santo de forma directa? No. No lo habrían hecho, ni para cuidar sus reputaciones. ¿Piensas que ellos creían que Jesús era el mesías, el Hijo de Dios, lleno del Espíritu Santo, y aún así le dijeron demonio al Espíritu Santo? No, no creían que Jesús era el Mesías. Cual haya sido su motivo, no fue un insulto directo, ni totalmente informado, ni intencional contra el Espíritu, además, el objetivo de sus ataques era Jesús y no el Espíritu Santo en absoluto. Ni siquiera estaban atacando a Satanás o a los demonios. La insinuación de que el Espíritu Santo era un demonio era puramente incidental a sus acusaciones contra Jesús. Atacaron a Jesús, no a "Belzebú." El Espíritu Santo fue daño colateral, pero eso fue suficiente para activar la doctrina de la blasfemia contra el Espíritu Santo.


¿Qué le va a pasar a esos líderes de iglesia y teólogos que han fustigado la obra del Espíritu Santo de sanar a los enfermos, expulsar demonios, hablar en lenguas, y otorgar visiones, sueños y profecías, así como señales y prodigios? Algunos los consideran héroes espirituales en la actualidad ¡Es más, algunos de ellos escribieron tus credos! Si se te hace muy descabellada la dimensión de esta apostasía es porque ya decidiste que hay ciertas personas y tradiciones que son irreprensibles, y asumes eso a la hora de interpretar la Palabra de Dios. Si lo hicieron, lo que hicieron no era a lo que Jesús se refería con este pecado. Estás al revés, eso revela que tu fe está corrompida. Esas tradiciones y esas personas no pasarían la prueba si tú usaras la Palabra de Dios para juzgarlas.


Luego está la gente de nuestros tiempos, que incluye a muchos que dicen ser seguidores de Jesucristo, que dicen ser cristianos conocedores, expertos en y defensores de la fe, que han dicho cosas equivalentes a lo que dijeron los fariseos contra Jesús. De hecho hay algunos que han dicho cosas aún peores, cosas más ásperas, más premeditadas, más explícitas, más detalladas, más sarcásticas y denigrantes contra la obra del Espíritu Santo. Han habido volúmenes enteros dedicados a este tema. Han habido ministerios enteros fundados con este propósito. Sus declaraciones contra la obra del Espíritu Santo en sanar a los enfermos, hablar en lenguas, y esas cosas, las han pronunciado después de que el ministerio de Jesús fue publicado en los evangelios, incluyendo este incidente en el que habla de la doctrina del pecado imperdonable. Eso los hace aún más culpables que los fariseos ¿Te das cuenta de lo serio que es esto?


Se me viene a la mente otro punto, que es la idea de que muy poca gente podría estar en la misma posición de los fariseos. Pero Jesús nunca dijo que se necesita ser fariseo para cometer este pecado. Y la verdad es que, gracias a que la Escritura está completa y ha sido difundida -repito, incluyendo el registro de este incidente en los tres evangelios sinopticos- hasta un incrédulo normal, o un miembro común de iglesia está en una posición aún más inexcusable que los fariseos, así que si el trasfondo de alguien importa, hace que sea más probable cometer la falta. Por definición, la blasfemia se refiere a palabras y alusiones. El trasfondo de un individuo es irrelevante para determinar si un dicho cuenta como blasfemia.


Alguien me rezongó que "lo que importa es la intención." ¿Así que querías apoyar el ministerio de sanar a los enfermos y expulsar demonios diciendo que era la obra de Satanás? ¿Querías promover las manifestaciones del Espíritu cuando insistías en que las lenguas y las profecías habían cesado? ¿Qué tal que alguien tiene la intención de adorar al Dios verdadero pero se arrodilla ante Satanás? ¿Ups? Si tu intención va contra la verdad, las Escrituras no la va a tratar como si fuera una buena intención. No puedes violar a alguien con buenas intenciones y decir que es santa comunión. No puedes adorar un ídolo con buenas intenciones y decir que es celo mal encaminado. No puedes crucificar a Jesucristo con buenas intenciones y decir que fue un accidente espiritual. Pablo dijo que fue celoso e ignorante antes de seguir a Jesús, pero aún así dijo que sus palabras habían sido blasfemia. Pudo recibir perdón porque, aunque blasfemó a Jesús, por la gracia de la providencia divina no blasfemó al Espíritu.


La intención de los fariseos era hablar contra Jesús, no contra el Espíritu Santo, así como mucha gente hoy tiene la intención de hablar contra el predicador que sana a los enfermos o habla en lenguas, pero no contra el Espíritu Santo. El pecado imperdonable trata de dichos malvados, no intenciones malvadas. La blasfemia es palabras y alusiones. Si nos vamos a la definición, la intención no importa. Las malas intenciones pueden empeorar las cosas para el que peca, porque tendría un pecado adicional, pero las buenas intenciones -si se les puede llamar buenas siquiera- no cambian la blasfemia. Intentar excusar el pecado es otro pecado también. Si intentas justificar cosas dichas contra el Espíritu sin intención y sin información, quizás significa que cometes el pecado imperdonable por segunda ocasión, pero esta vez los dichos son intencionales e informados, y bajo tu propio estándar, ahora sí importan las intenciones, y se traducen en torturas más extremas en el fuego infernal. Antes de que digas "Pero es que..." mejor detente. No importa qué otro parámetro metas en esta situación, la respuesta es que no cambia nada. Cuando las palabras o insinuaciones terminan en blasfemia, entonces cuentan como blasfemia.


Estoy dando chance a esta objeción desesperada nomás porque quiero practicar mi escritura, porque es inútil discutir qué cosas cuentan como blasfemia contra el Espíritu Santo, porque en el mismo contexto Jesús declaró que la gente va a ser juzgada "por cada palabra ociosa" que hablen. Dijo "Por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado," fin del debate.


Hay más. El pecado se refiere al acto de insultar, denigrar, o hablar contra una persona o cosa. Se le llama blasfemia cuando el insulto es contra una deidad. Jesús dijo que el pecado es blasfemia contra el Espíritu Santo, no es específicamente llamarlo demonio. Por supuesto que llamar demonio al Espíritu Santo es blasfemia, pero esa no sería la única manera de insultar o hablar contra el Espíritu. No tienes que llamarle demonio a Jesús para que sea blasfemia, basta con que digas que solo es un hombre y niegues su divinidad, o que digas que es débil o necio, eso sería blasfemia. Lo mismo aplica para el Espíritu Santo. Así como hay muchas formas de insultar o hablar contra Jesús, hay muchas maneras de insultar, denigrar, o hablar contra el Espíritu Santo. Hay muchas formas de criticar el ministerio de sanar a los enfermos y expulsar demonios, el hablar en lenguas y profetizar, y cuando da visiones y sueños. Imagina cuanta gente ha cometido este pecado. ¿Todavía queremos aparentar que este problema no existe?


Jesús respondió que un reino no pelearía consigo mismo, así que Satanás no echaría a Satanás, por lo tanto, no tenía sentido decir que Jesús expulsaba a Satanás por el poder de Satanás. Los cristianos solo llegan hasta acá cuando leen ese pasaje. Claro que esta conclusión está luego luego en el texto, no tiene nada de malo, pero no es el principio. Llegamos a esa conclusión sobre Satanás aplicando un principio general que es que un reino no pelearía contra sí mismo, y hay dos reinos aquí - el reino de Satanás y el reino de Dios, o de Cristo. Si Satanás no se atacaría a sí mismo, Dios tampoco se atacaría a sí mismo. Dios no se opondría al ministerio de sanar a los enfermos y sacar demonios. Esto significa que cualquier fuerza que ataque el ministerio de sanidad y expulsión de demonios no puede pertenecer al reino de Dios. Aguas, si levantas un solo dedo para siquiera insinuar que me equivoco sobre esto, estarías diciendo que Satanás sí expulsaría a Satanás, y que Jesús se equivocaba, así que quizás el Espíritu con el que Jesús sanaba a los enfermos podría ser Satanás. ¿Quieres irte por ese camino?


Satanás no expulsaría a Satanás, por lo tanto, Jesús no sacaba a Satanás por el poder de Satanás. Un reino no se enfrenta a sí mismo. Como Jesús venía del reino de Dios, el hecho de que los fariseos se oponían a su ministerio de sanar a los enfermos y expulsar demonios significa que los fariseos no pertenecían al reino de Dios. ¿Puedes pensar en otras personas de la historia, quizás esos que son considerados héroes de la fe, que se opusieron al ministerio de sanar a los enfermos y expulsar demonios? ¿Puedes pensar en otras personas en la actualidad, quizás esos autores que admiras y los predicadores que apoyas, que se han opuesto a la obra del Espíritu en el hablar en lenguas, y profecías, en visiones y sueños, y en muchas señales y prodigios? De acuerdo con este principio que declaró Jesús, ¿De qué reino vienen esas personas? Y si tú estás con esa gente, ¿A qué reino perteneces tú? ¿Esto da mucho miedo? Puede dar más, porque hay más en lo que Jesús dijo. No puedo estar equivocado sobre esto. Si digo que el pasaje no nos dice todas estas cosas, estaría peleado con Jesús y todo iría mal. Un reino no lucha contra sí mismo. Jesús sanaba a los enfermos y expulsaba demonios porque no venía del reino de Satanás. Los fariseos atacaron a Jesús cuando sanaba a los enfermos y expulsaba demonios porque no eran del reino de Dios.


Jesús dijo, "El que no es conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama." Y también dijo, "Yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio, porque por tus palabras serás justificado y por tus palabras serás condenado." Lo que pasa muy seguido es que la gente lee estas declaraciones sin tener el contexto en mente. Estas cosas fueron pronunciadas en el contexto del ministerio de sanidad y milagros, y de la blasfemia contra el Espíritu Santo. El contexto determina el significado. Podemos aplicar estas cosas a asuntos más amplios si es apropiado, pero por lo menos debemos aplicarlas al ministerio de sanidad y la obra del Espíritu. Hasta que la hayamos aplicado en este contexto no tenemos derecho a aplicarlas en ningún otro contexto, porque estaríamos dejando de lado la intención de estas declaraciones desde un principio.


Vamos a reformular las frases para forzar nuestra atención hacia el contexto. Así que Jesús dijo, "Quien no está conmigo [en este ministerio del Espíritu sanando a los enfermos y expulsando demonios] está contra mí, y el que conmigo no recoge [en este ministerio del Espíritu sanando enfermos y expulsando demonios] desparrama." Usando las palabras de otra traducción: "El que no trabaja conmigo [en este ministerio de sanar a los enfermos y expulsar demonios] en verdad está trabajando en mi contra." Apoyar el ministerio de milagros no es opcional, porque apoyar a Jesús no es opcional. A todos se les pide estar de acuerdo, a todos se les exige entrarle. Este es el primer significado original. A menos que reconozcamos esto, no nos incumbe sacarlo de su contexto para decir que debemos de trabajar con Jesús en un sentido más general, como ser sus discípulos o predicar el evangelio. Pero, a ver, ¿Qué significa seguirlo como sus discípulos para empezar? En este pasaje significa colaborar con Jesús en la sanación de enfermos y la expulsión de demonios. Y después Jesús dijo, "Os digo que el hombre dará cuenta de cada palabra ociosa que hable [sobre el ministerio del Espíritu, en la sanidad de enfermos y la expulsión de demonios], porque por vuestras palabras [sobre el ministerio del Espíritu en sanar a los enfermos y expulsar demonios] serás justificado, y por tus palabras [sobre el ministerio del Espíritu en sanar a los enfermos y echar fuera demonios] serás condenado."


Vengado por la Doctrina


El pecado imperdonable es una doctrina encantadora si estás del lado correcto del problema. Fue una doctrina que Jesús usó como arma contra la incredulidad, e inspiró a los tres autores sinopticos para que la enfatizaran, equipándonos para lanzar un contraataque hacia la oposición contra su ministerio de sanidad y liberación. ¿Qué parte no te gusta, a menos que estés en el bando que lo ataca? También nos prepara para exhibir a los impostores que han infiltrado las comunidades de fe. Ese cáncer se escondería a plena vista sin esta doctrina. ¿Qué te asusta de esta doctrina, a menos que tu seas uno de esos impostores? Es una doctrina encantadora.


Jesús nos ha otorgado esta doctrina como un arma para combatir la incredulidad. Los cristianos aman pelear, pero en vez de pelear contra la incredulidad usando esta doctrina, pelean contra Jesús sobre esta doctrina. Mira, si vas a pelear contra Jesús sobre algo, nunca lo enfrentes sobre esta enseñanza. ¿Acaso eres estúpido? ¿No leíste lo que dijo? Luchar contra Jesús sobre este tema es lo más peligroso. No discutas con él. No lo diluyas. No lo descartes. No te pares frente a la doctrina para confrontarla y debatir con ella. Únete a Jesús en el ministerio del Espíritu y de milagros, respalda esta doctrina, y apúntala hacia los incrédulos y los religiosos.


La doctrina es una orden para irnos a la ofensiva. Es un mandamiento para atacar la incredulidad, en vez de solo defender la fe. Jesús hubiera podido detenerse después de decir que no tenía sentido que echara a Satanás por el poder de Satanás, si solo hubiera querido defenderse a sí mismo. Pero en vez de eso siguió hablando. Trazó una línea clara entre amigos y enemigos, excluyendo del reino de Dios a los que no estuvieran con él. Y después usó la doctrina del pecado imperdonable como un arma y la desplegó contra las personas que lo desafiaban. Y siguió hablando. Los comparó con árboles malos, de manera que así como su esencia era corrupta, producían fruto malo. En este contexto el fruto malo no se refiere a cosas como codicia, adulterio, o asesinato, sino a un hablar denigrante contra el Espíritu en su ministerio de sanidad a los enfermos y expulsión de demonios: "¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca." Ellos demostraron que habían blasfemado al Espíritu Santo, que no pertenecían al reino de Dios, y que eran malos hasta la médula, todo por las cosas que habían dicho. La respuesta de Jesús a su incredulidad hacia el ministerio de sanidad constó de un pronunciamiento con varias capas de condenación. Él es nuestro maestro y nuestro ejemplo.


La doctrina es un arma entregada divinamente contra los críticos del ministerio de sanidad y milagros. Es algo que debemos honrar y utilizar en su máxima extensión. Silenciarla es un pecado. El ministerio de sanidad es un ministerio de bondad y compasión, sobre todo para los que creen y están dispuestos a aprender. Pero que se trate de un ministerio de compasión no significa que nos pongamos de tapete para ser pisoteados por los agentes de Satanás. La bondad de Dios no implica ser débiles contra la incredulidad. La verdad es que un ministerio de bondad también es un testimonio contra la incredulidad. De hecho, un ministerio que destruye la enfermedad y los demonios es un ministerio de violencia contra el reino de Satanás. Es sobre este tipo de ministerio que Jesús dijo que el hombre fuerte que era Satanás era sometido por el que es aún más fuerte (Mateo 12:29, Lucas 11:22). Esto se dice en el mismo contexto de la blasfemia contra el Espíritu Santo. Además, la obra del Espíritu Santo de profecías y milagros también trae consigo poder de juicio. Nunca asumas que el ministerio del Espíritu es algo pasivo o defensivo que puedes atacar impunemente, podría ser tu último error.


Sabemos que el ministerio de sanidad es genuino y legítimo. Sabemos que podemos echar fuera demonios, profetizar, recibir visiones y sueños, y hablar en lenguas. Sabemos que estas cosas son verdaderas por el testimonio de la Palabra de Dios. Y por fe en la Palabra de Dios es que hemos estado haciendo estas obras y experimentando sus resultados. Hay millones de personas alrededor del mundo, en nuestras calles, en nuestras iglesias, en nuestras familias, en nuestros círculos de amigos, que de una u otra forma están sufriendo bajo la opresión de Satanás, y tenemos la respuesta aquí mismo. Ya la tenemos. Muchas de estas personas vivirán en miseria y morirán sin haberla conocido. Podrían ser sanados si consiguieran la solución de Dios de nuestra parte. Pero cada vez que se acercan a la solución hay religiosos e incrédulos que los desaniman, hasta los amenazan. ¿Quién luchará por esta gente cuando los rodean escépticos y burladores, incluyendo los de sus propias iglesias y seminarios? Es cobarde y egoísta quedarnos a la defensiva y negarnos a desplegar el arma que Dios mismo ha instaurado. Es repugnante espiritual y éticamente.


Satanás nunca puede ganar una discusión teológica contra la doctrina del pecado imperdonable o el ministerio de sanidad. Solo puede inspirar a sus agentes para que diluyan la doctrina para bajarle a su peligrosidad aparente, y para engañar al pueblo de Dios para que se conformen con una posición pasiva y de defensa dilatada. La estrategia correcta es subirle a la doctrina del pecado imperdonable al máximo, y lanzar un ataque masivo contra los críticos y los escépticos. Invade su territorio y vuélalo con la Palabra de Dios. Después hazlo otra vez, y otra vez, y otra vez. Después aléjate, y regresa tu concentración hacia los que sufren y los que sí creen. Cuando venga el próximo ataque no lo dejes cuajar durante meses o años antes de contraatacar, devuélveselos inmediatamente, ataque completamente. Mata todo lo que se mueva. Jesús nos dio un arma -la doctrina del pecado imperdonable, apúntala directo a la cara de los críticos y dispárala una y otra vez, no titubees, no pares. No requiere de mucho esfuerzo y no tienen cómo defenderse, porque la doctrina es clara y verdadera, y aplica perfectamente a lo que están haciendo. Ellos son los que nos deben contestar. Son los que deben de probar que no han cometido el pecado imperdonable cada vez que se oponen a nosotros. Que cada ataque en nuestra contra detone una respuesta inmediata desproporcionada de nuestra parte. Marcha hacia su territorio, explota todo con la doctrina del pecado imperdonable -sus iglesias, sus seminarios, sus credos, sus pastores, los héroes y académicos que idolatran, sus amigos y familiares, y todos los que piensan como ellos. Después aléjate. Así es como debes lidiar con los críticos, y evitar que Satanás se robe la atención que necesitamos para rescatar a los que sufren y a los que creen.


No es sabio invertirle mucho tiempo a pelear con gente que nunca creerá la verdad, pero que les emociona debatir. Debaten cada asunto como si fuera una disciplina religioso y sienten que están participando en algo espiritual y productivo por el simple hecho de estar discutiendo. Están engañados, sobre todo si se encuentran en el lado equivocado del tema que debaten. Pero tú también estás engañado si dejas que te atrapen en ese estilo de vida, aunque estés en el bando correcto. Aunque discutas cinco horas al día con un cerdo o un perro no vas a ser alguien inteligente o espiritual, así siempre tengas la razón. A final de cuentas solo vas a ser tan poco productivo como ellos, y te volverás igual de ineficaz para el evangelio. Así que Jesús dijo, "No arrojen sus perlas delante de los cerdos," porque no van a apreciar tus reflexiones y tus buenas intenciones, sino que se volverán para atacarte. No es sabio invertir mucho tiempo en esa gente, ni es más sabio conformarse con estar a la defensiva, porque cuando no hay nada que desaire sus ataques y no los fuerzas a poner su bienestar eterno en juego, van a seguir sintiendo emoción y como que están logrando algo con esa interacción.


Así que cuando te reten, siéntete libre de darles una explicación sobre el ministerio del Espíritu, de la sanidad y esas cosas, y detente. Solo detente. Salte de esa actitud defensiva y vete a la ofensiva, quédate ahí y no mires atrás. No dejes que te mareen para ponerte otra vez a la defensiva. Haz que defiendan su salvación en vez de permitirles que te obliguen a defender el ministerio de sanidad. No te sigas dando a entender, sigue restregándoles el pecado imperdonable en la cara. Si se dicen cristianos, o expertos, o tan solo seres humanos decentes, deberían respaldar el ministerio de sanidad. Si no lo apoyan, obviamente no pertenecen al equipo de Jesucristo. Son ajenos a y están fuera del reino de Dios. Si contestan con cualquier cosa que no sea completa e inmediata sujeción, los golpeamos de nuevo. Y los golpeamos de nuevo antes de que puedan jalar aire. Y los golpeamos otra y otra vez, y después les damos una vez más. La próxima vez que te los topes en la calle, si se atreven a mirarte siquiera, dales de nuevo. Que se enfrenten cara a cara con el pecado imperdonable día y noche, semana tras semana, año tras año. Cada vez que se acerquen a mi con incredulidad y criticismo sobre la obra del Espíritu en sanar a los enfermos, echar fuera demonios, hablar en lenguas, y esas cosas, los voy a azotar en la cabeza con esta doctrina del pecado imperdonable una y otra vez hasta que sangren de cada orificio. Después tomo la espada del Espíritu y la clavo lentamente en sus ojos, la giro solo para oírlos gritar.


Participar de la Doctrina

Como dije al inicio, la doctrina de la blasfemía contra el Espíritu Santo es una enseñanza mayúscula en los evangelios. Es más explícita que algunas doctrinas que a la gente le importan mucho, como el bautismo en agua, el gobierno de la iglesia, y el sábado. Definitivamente es una doctrina más gráfica. Hay más en juego para cada persona en esta doctrina que con las doctrinas de la Santa Cena, el matrimonio y el divorcio, la profecía bíblica y los últimos tiempos, y muchas otras cosas, combinadas un trillón de veces. Se han fundado denominaciones enteras basadas en doctrinas menos explícitas, con menos fundamento bíblico y menos importancia. Pero a esta doctrina la han dejado peor que olvidada, ha sido torcida hasta volverse lo contrario de lo que es, como si sí fuera perdonable hablar contra el Espíritu Santo. Pero Jesús indicó que era imperdonable incluso cuando el Espíritu Santo era insultado de forma incidental. La consecuencia de cometer este pecado es un veredicto inmutable de perdición -quemarse y quemarse y quemarse para siempre en el infierno- sin posibilidad alguna de perdón, ni en esta vida ni en la siguiente. ¿Cómo puede ser que algo así se haya convertido en la doctrina más ignorada y rechazada de las Escrituras? ¿Cómo? No es porque la doctrina sea confusa. Nos la encontramos en el tercer capítulo del Evangelio de Marcos, Cualquier persona alfabetizada la puede leer por su cuenta y entenderla en menos de un minuto. La doctrina está en esta condición porque la gente no quiere aceptar que exista un pecado así. Les guste o no, el pecado existe y ha sido cometido por varias personas. Satanás no le tiene ni tantito miedo a otras doctrinas a comparación de esta. Esta doctrina por sí misma podría reconstruir el temor de Dios en la iglesia y el mundo. Podría restaurar el poder y el honor al ministerio del Espíritu de sanar a los enfermos y expulsar demonios. Como explicó Jesús, este ministerio destruye el reino de Satanás, así que no puede ser una obra de Satanás, porque Satanás no se destruiría a sí mismo. Así que esta es la doctrina que le abre el paso a un ministerio que destruye al reino mismo de Satanás, Con razón quiere que desaparezca.


A los cristianos les anda por predicar que todos deben creer en Jesús para ser salvos, y que cualquiera que no cree en él se quemará en el infierno. Predicar la salvación solo en Jesús aumenta la confianza de los que deben tener confianza, los que siguen a Jesús. Pero le quita la tranquilidad a los que no deberían estar tranquilos, los que piensan que no tienen necesidad de ser salvos, o que piensan que pueden salvarse de otra manera. ¿Por qué eso no se censura? Los enemigos de la fe rechazan esa doctrina, ¿Pero por qué los cristianos no se oponen a ella? Podemos decir que muchas más personas han sido echadas al infierno por rechazar a Cristo que por blasfemar al Espíritu. La doctrina amenaza a los que no creen y que no obedecen igual que la doctrina del pecado imperdonable amenaza a los que ni creen ni obedecen. ¿Acaso la doctrina sobre Cristo es más digerible porque la condenación no se confirma sino hasta que la persona muere? ¿Y cómo puede ser eso mejor, si a final de cuentas la persona nunca cree? La diferencia es que alguien que escucha sobre Cristo puede arrepentirse y creer, pero sigue la verdad es que mucha gente nunca creerá. Es ridículo considerar la doctrina del Espíritu como algo especialmente detestable solo porque exhibe al perdido más pronto. ¿Cómo puede tener sentido eso? La doctrina de que cualquier persona que no cree en Cristo arderá en el infierno no es un problema para mí, porque yo sí creo en él. Solo es un problema para el que se niega a creer. La doctrina de que cualquier persona que blasfema al Espíritu Santo tiene su lugar garantizado en las llamas infernales no es algo problemático para mi, porque yo no hablo contra el Espíritu Santo. No estamos en peligro si honramos su obra en todo lo que decimos. Lo que es peligroso es quedarte como un espectador, porque Jesús dijo que cualquiera que no colabora con él está obrando en su contra. Pero no hay peligro si participamos en su obra de sanar a los enfermos y echar fuera demonios, hablando en lenguas y dando profecía, teniendo visiones y sueños. No estamos en peligro si dejamos de ser escépticos o espectadores del trabajo del Espíritu y nos pasamos del lado del Espíritu para atacar a los que lo critican.


A veces la gente se queja de que he perturbado su paz cuando enseño esta doctrina de Jesús. Bueno... ¿ACASO ESO ES MI CULPA? Si no te la hubieras pasado burlándote de Dios día y noche, ¿estarías en este embrollo? Cúlpate a ti mismo. No voy a pedir disculpas, ni retractarme o debilitar la doctrina en absoluto. Y dado que eres adicto a hablar contra el Espíritu Santo, si me pudieras refutar sobre lo que este pecado significa -si pudieras refutar lo que dijo Jesús - estarías en paz. Así que el único villano aquí eres tú. Culparme por lo que hiciste te hace ver como una basura religiosa que blasfemaría al Espíritu Santo sin muchos escrúpulos. Y si he perturbado a tus amigos con esta doctrina de Jesús, como a veces se vienen a quejar conmigo, deberías reprender a tus amigos, no a mí. O si te atreves, ve y reprende a Jesús. ¿Por qué me reclamas a mi si ellos son los que blasfemaron al Espíritu? Si lo hicieron, está fuera de mis manos, nadie los puede salvar.


Dices, "¡He creído en Jesucristo, no podría haber cometido este pecado, y nunca lo voy a cometer!" ¿Entonces por qué me reclamas, si no hay ningún problema? Lo que sí sé es que, si hubieras cometido este pecado, independientemente de lo que digas, nunca has creído verdaderamente en Jesús, ni lo harás nunca. Dices, "Bueno, era un incrédulo cuando dije esas cosas." ¿Y eso es mi culpa? Si cometiste este pecado, sigues siendo un incrédulo, y eso tampoco es mi culpa. Si los cristianos hubieran enseñado sobre este pecado para meter el temor de Dios hasta en los que no van a la iglesia habría menos gente cometiéndolo. Menos gente se sentiría perturbada cuando escucharan la verdad sobre él. Si la gente se siente perturbada cuando hablo del pecado imperdonable, que le echen la culpa a los cristianos que a lo largo de los siglos, y en esta generación, lo han dejado de lado. Ellos dejaron que se descompusiera la situación así que ellos son los culpables de la perturbación. ¿Pero acaso solo nos importamos nosotros mismos? Si los cristianos hubieran enseñado sobre esto entonces no habrían insultado a Dios todos estos siglos. Si empezamos a restaurar esta doctrina a su debido lugar y le damos la atención que merece vamos a tener menos problemas en el futuro. El efecto no sería inmediato. La doctrina debe de volverse una enseñanza común, hasta usarse para probar la ortodoxia y el discipulado, y que estamos de acuerdo con Jesús y apoyamos al Espíritu. Pero es poco probable que se vuelva una enseñanza común hasta que nos volvamos diligentes y esforzados para hablar de ella.


Cada que se menciona esta doctrina los cristianos se dedican a repartir consuelo, como si no les importara si se ha blasfemado al Espíritu para empezar. ¿Debemos predicar sobre el infierno pero después decir que no irá nadie? ¿O acaso el infierno es una doctrina opresora? Oprime únicamente a la persona que rechaza a Jesús. Si hablamos de tranquilidad, lee los pasajes sobre la blasfemia contra el Espíritu Santo, no son textos secretos. Léelos. ¿Dan a entender que Jesús quería tranquilizar? Lanzó un ataque y amenaza, una tras otra. Si quería hacer algo era destruir cualquier tranquilidad. Ninguna parte de estos textos ofrecen seguridad, escape, consuelo, excusas, esperanza, arrepentimiento ni restauración para los que atacan el ministerio de sanar a los enfermos y echar fuera demonios. ¿Cómo puedo inventarme un significado cuando las palabras nos dan otro? ¿Cómo puedo crear una seguridad para los críticos y los burladores, cuando lo que el texto quiere es destruirla? Soy un predicador, no uno de tus teólogos charlatanes - yo predico lo que está ahí, no predico lo que no está.


La doctrina es lo que es, aunque no la admitas ni la prediques. Alguien que ha blasfemado al Espíritu Santo arderá en el infierno incluso si no le hablas de la doctrina, y aunque nunca sienta la desesperanza de saber que ha cometido el pecado imperdonable. Lo sabrá pronto, cuando arda en el infierno. El punto es que incluso antes de que lo sepa, ya lo cometió. De todos modos se quemará en el infierno. Pero si predicas sobre esto puedes evitar que algunas personas lo cometan. Si la gente se acuerda de esta doctrina cada vez que va a decir algo sobre el ministerio de sanidad, o hablar en lenguas, o alguna de esas cosas, puede recuperar el temor de Dios y hacerlo dudar. La doctrina puede salvar tan fácilmente como puede condenar. Pero si no la predicamos, solo condenará, si la predicamos, puede salvar.


Además Dios le dijo al profeta, "Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. En cambio, si tú se lo adviertes, y él no se arrepiente de su maldad ni de su mala conducta, morirá por su pecado, pero tú habrás salvado tu vida." (Ezequiel 33:8-9) ¿Quieres que me echen la culpa cuando las personas cometan el pecado imperdonable? No quiero que Dios me diga: "Este cuate habló en contra del Espíritu quince veces en una sola hora, en tu cara, pero no le hablaste del pecado imperdonable. Incluso lo halagaste un par de veces cuando estaban discutiendo sobre sanar a los enfermos y hablar en lenguas, y lo consolaste respecto de las diferencias que tenían. Ahora está condenado para siempre. Está quemándose en el fuego del infierno, retorciéndose y convulsionando agonizante, gritando de dolor y desesperación. Se lo merece, pero su sangre demandaré de tu mano." Ah, ni hablar, no dejaré que eso me pase. Veo como la gente disfruta burlarse del Espíritu hoy en día, voy a blandir esta doctrina hacia todos lados y decirle a la gente sobre el pecado imperdonable a donde vaya. Si Dios me mira de reojo, alzaré mis manos y diré, "¡Señor, yo les dije! ¡Les dijo que no lo hicieran, les dije lo que les pasaría! ¡Hablé de eso más que nadie en los últimos dos mil años, partiendo directamente de lo que Jesús dijo, no es mi culpa!"




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