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Shemá

Por Jacobo Santín



 

שְׁמַע


No acostumbro recurrir a las palabras en griego o hebreo cuando quiero enseñar algo. Nuestras traducciones de la Biblia son buenas, y así como en los idiomas originales, puedes comprender el significado de cada palabra en español viendo su contexto. A todos nos ha tocado escuchar a un maestro explicar “Aquí en el verso dice ‘amor,’ en Hebreo dice ahavá, que significa… ‘amor.’” Osea, no hay gran aportación y en el peor de los casos algunos le sacan significados forzados para apuntalar lo que están predicando.


Pero hoy sí tengo ganas de echar mano del hebreo para una pequeña lección que nunca he escuchado a nadie más enseñar, porque -como es costumbre- contradice los mitos sobre la oración que el mundo cristiano se la pasa repitiendo.


Seguro has oído decir que Shemá, la palabra hebrea para “escucha” significa no solo oír algo, percibirlo por medio de la audición, sino que significa también obedecer o acatar lo que oyes. “Oye, oh, Israel, el Señor tu Dios, el Señor uno es” es tanto un juramento como una declaración de fe, implica adoración y obediencia al único Dios. Deuteronomio 11:13, por ejemplo, se traduce “Si ustedes obedecen fielmente los mandamientos que hoy les doy…” pero la frase traducida “Si ustedes obedecen…” en Hebreo es Im-shamoa tishmeú, con dos formas de la palabra shamá, que de forma textual es “Si escuchando escucháis…” pero claramente lo que Dios quería decirles a los israelitas era que prestarán atención para cumplir los mandamientos, no solo que les entraran por los oídos. Así que “si ustedes obedecen” es una traducción apropiada, nos comunica bien lo que el Señor quería decir.


La gente usa esto para indicar que Dios no solo nos pide escuchar su voz, sino que debemos obedecerla. Una vez un misionero dijo que si oímos al Señor, la respuesta siempre debe de ser “Sí,” y obedecer inmediatamente lo que nos ordena. Los más precavidos corren a decir que eso no se trata de ninguna voz audible o interior sino la voz de la Biblia. Y todos tienen razón. Si escuchas a Dios más te vale hacer caso a lo que te dice, primero en las Escrituras, y después por otro tipo de revelaciones que concuerden con ellas. Obedecer a Dios no es negociable, nunca.


Esto no es raro. A veces en mi familia nos decimos algo y preguntamos “¿Me escuchaste?” Que es una forma de avisar a la otra persona que si tiene alguna objeción o problema con lo que le indicamos, lo manifieste, y si no, vamos a dar por hecho que va a hacer lo que le pedimos o acatar el aviso que les damos. Cuando decimos que alguien no nos escucha normalmente nos referimos a que ese alguien no oye consejos, o no es razonable. En una relación de pareja decir que alguien “no te escucha” es decir que ese alguien no comprende tus sentimientos o necesidades. Se las comunicas, quizás te dice que sí, pero con sus acciones te demuestra que no. Claro que capta tus palabras con sus oídos, pero su respuesta es nula. Es una forma de ignorarte. No te está escuchando, él no shomea laj, ella no shoma'at lejá.


Si esto le da algún valor a tu vida espiritual o hace que te vuelvas más obediente, me alegra, porque a veces estos análisis de palabras en los idiomas originales no tienen mucha utilidad, y se supone que como cristianos es una doctrina básica que a Dios se le obedece inmediatamente, no necesitas una clase de hebreo bíblico para saberlo. Lo mejor es aprovechar el trabajo tan arduo que han hecho los traductores y editores de las versiones de las Escrituras que tenemos, y enfocarnos en aprender lo que nos dice en español, es una mejor forma de invertir nuestro tiempo. No hay secretos escondidos, el griego y el hebreo solo te van a confirmar lo que ya leíste en tu lengua. Si hablas cualquiera de los miles de idiomas a los que se ha traducido la Biblia y la tienes en un formato accesible, ya puedes aprender de ella y ponerla en práctica, tienes esa responsabilidad, el reto ya no va a ser averiguar qué dice Dios, sino estar dispuesto a creerlo.


Pero todavía no terminamos esta lección, falta una verdad que voy a sacar a la luz (aunque es evidente en cualquier idioma) usando el Hebreo como palanca.


En el Antiguo Testamento es común que los santos le pidan a Dios que los escuche, como en el Salmo 143: "Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos; Respóndeme por tu verdad, por tu justicia." o en Daniel 9: "Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos." y de nuevo en el Salmo 130: "Señor, oye mi voz; Estén atentos tus oídos a la voz de mi súplica."


¿Qué palabra se usa para estas peticiones? Pensaríamos que es algún verbo en Hebreo que derrocha reverencia y respeto ante Dios, que le dice "Óyeme Dios, aunque no respondas, estoy en paz con el simple hecho de que me escuches. Entren mis ruegos en tus oídos, aunque en tu soberanía te quedes en silencio," pero no es así.


La palabra es exactamente la misma, shemá. Escuchar y acatar, escuchar y actuar en respuesta.


"Oye mi oración, escucha mis ruegos." "Oye la oración de tu siervo, y sus ruegos." "Oye mi voz" son Shemá tefilati ha'ezina tajanunoi , Shemá Eloheinu el-tefilat abdeja v'el tajanunav, y Shimá bekoli respectivamente. La misma palabra en Hebreo que Dios usa para ordenar que obedezcamos es la misma que se usa para pedirle que nos escuche. El propósito siempre ha sido el mismo, que Dios no solo capte lo que pedimos, sino que lo haga tal cual lo pedimos, sino es que mejor de lo que pedimos o pensamos (Efesios 3:20). La expectativa es la misma. No es solamente que oiga y no haga nada, o que oiga y decida hacer otra cosa, o que oiga y nos dé algo diferente, sino que oye para conceder, de la misma forma que nosotros oímos sus mandamientos y los debemos seguir al pie de la letra, sin desviarnos ni hacer algo diferente.


En Génesis 21:17 dice "Y oyó Dios la voz del muchacho; y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas; porque Dios ha oído la voz del muchacho en donde está." y en el Salmo 66 "Mas ciertamente me escuchó Dios;

Atendió a la voz de mi súplica." Va'ishmá Elohim et-kol ha na'ar, Ki shamá Elohim el kol ha na'ar y Ajan shama Elohim hikshiv bekol tefilati respectivamente. En ambas instancias el hecho de que Dios escucha significa que hace algo para intervenir en la situación a favor del que lo invocó, o en el caso de Ismael, a favor del niño que lloró.


Me sorprende la asimetría bíblica. Ismael se lamenta, ni siquiera se menciona que haya orado al Señor, pero Dios escucha y llega a su auxilio, recordando lo que prometió a Abraham, y procede a salvar al niño para después volverlo patriarca de naciones enteras. El cristiano promedio (o la persona promedio que se hace llamar cristiana) ora una y otra vez con toda reverencia y teología en nombre de Jesús que Dios lo ayude en su desesperación de cierta manera, si es su voluntad, pero apenas recibe respuestas. Es un hijo del reino, no solo es parte del pacto de Abraham, sino que es coheredero con Cristo, tiene acceso a la revelación desde Génesis hasta Apocalipsis, pero su incredulidad y timidez lo limitan enormemente. Está atascado de ideas como que Dios siempre responde, ah, por supuesto, pero comúnmente dice que no, o piensa que sus oraciones son tontas a comparación del gran plan que tiene Dios para él, o que sus deseos son ídolos. Ideas que entre nosotros ya hemos rechazado tiempo atrás, o que al menos hemos dejado de aparentar que son bíblicas, como hace el mundo cristiano.


De igual forma, en el Nuevo Testamento se relaciona el escuchar de Dios con el conceder de Dios. "Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho." Si sabes que pides conforme a la voluntad de Dios, sabes que él te escucha, "Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho." Si sabes que te ha oído, sabes que tendrás lo que pides. Esa idea de que te puede 'escuchar' pero no responder es totalmente ajena a la Biblia. Cabe recordar que la voluntad de Dios en este verso es una voluntad que se conoce antes de orar, es un verso que motiva a orar con fe, no un verso para decirte que tienes que atinarle a una voluntad misteriosa, impredecible y desconocida para que el Señor responda. El método chicle-y-pega de oración.

La verdad del Shemá se amplifica cuando la vemos en el sentido negativo, como en Zacarías 7:13, "Y aconteció que así como él clamó, y no escucharon, también ellos clamaron, y yo no escuché, dice Jehová de los ejércitos." Vaye'i ja'asher kará velo shame'u, ken ikreu velo eshmá, amar [Adonai] tzebaot. Otra vez el concepto de 'escuchar' se equipara al responder, y no solo eso, sino que Dios mismo relaciona el escuchar que espera de su pueblo con su propio escuchar, no son dos acciones diferentes. Podemos razonar a contrario sensu que si Dios clama (o llama) y su pueblo escucha, haciendo lo que Dios pide, Dios también va a escuchar y conceder lo que su pueblo le solicite. Si Dios me habla y yo acato, Dios va a acatar cuando yo hable, tal cual, así como yo lo obedezco con precisión. Leemos este principio en 1 Juan de nuevo: "Recibimos todo lo que pedimos, porque obedecemos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada." De igual manera, el ciego que Jesús sanó en Juan 9 dijo: "Sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguien teme a Dios y hace su voluntad, a éste oye." Este hombre usó la verdad del lishmoa ('escuchar') o akouo en el Griego para abogar que Jesús no era falso ni un pecador, ya que de otra manera no hubiera sido oído por Dios, y por supuesto, oído en el sentido de recibir justo lo que pidió.


¿Ya te diste cuenta de que lo que enseño no es un secreto Hebreo, ni un código secreto? No es necesario que los maestros presuman su dominio de los idiomas bíblicos para transmitir esto, y si no lo han hecho, no es porque les falte saber cómo conjugar un verbo o tener un diplomado de Antiguo Testamento, sino porque no lo creen, no es su doctrina, o simplemente presentan bien que shemá significa que debemos obedecer, pero se les olvida el pequeño detalle de que Dios shomea al que lo shomea a él, y rara vez lo mencionan. Yo solo quiero encajar esa última pieza del rompecabezas.


Terminaré este escrito reflexionando sobre otra enseñanza que se pronuncia mucho sobre la oración. Se dice que podemos pedir algo bueno en cierto momento de nuestras vidas, pero como no conocemos el futuro, ni el corazón de las personas, ni otros miles de detalles y consecuencias de obtener lo que rogamos, Dios va a negarnos la petición, porque él sabe que en verdad no nos conviene. Pero si Dios nos pide escucharlo sin cuestionar ni chistar, y obedecerlo inmediatamente aunque no tengamos los detalles de lo que va a pasar ni lo entendamos completamente, ¿No tiene sentido que cuando pedimos algo él ordene las consecuencias para que lo podamos recibir sin dañarnos a nosotros mismos? Claro que tiene ese poder, obviamente. Es típico pensar que no recibimos una respuesta a nuestra petición porque Dios sabe que nos va a terminar lastimando, o alejando de él, o algún otro pretexto, osea que Dios dice "¡Claro que te quiero dar lo que pides! Pero... Uy, puede ser contraproducente dentro de cinco años, lástima, ya no se puede, pero neta te lo quería dar, eh." Es cómico, pero llevar una vida de oración así sería trágico. Cuando Dios escucha, concede, y si mi petición me trae problemas después (algo que yo nunca veo pasar en la Biblia) me va a escuchar otra vez, y va a resolver. ¿Es eso mucho pedirle al Señor que me exige devoción absoluta y mi vida entera? Para la Biblia es lo normal, y nos dice que la bendición de Jehová “No añade tristeza con ella.”

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