De Gabriel Arauto, a través de Vem pra Seita! Adaptado por Jacobo Santín
"Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús se encontraba allí. También habían sido invitados a la boda Jesús y sus discípulos. Cuando el vino se acabó, la madre de Jesús le dijo: 'Ya no tienen vino.' 'Mujer, ¿eso qué tiene que ver conmigo?' respondió Jesús, 'Todavía no ha llegado mi hora.' Su madre dijo a los sirvientes: 'Hagan lo que él les ordene.' Había allí seis tinajas de piedra, de las que usan los judíos en sus ceremonias de purificación. En cada una cabían unos cien litros. Jesús dijo a los sirvientes: 'Llenen de agua las tinajas.' Y los sirvientes las llenaron hasta el borde. 'Ahora saquen un poco y llévenlo al encargado del banquete,' dijo Jesús. Así lo hicieron. El encargado del banquete probó el agua convertida en vino sin saber de dónde había salido, aunque sí lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua. Entonces llamó aparte al novio y le dijo: 'Todos sirven primero el mejor vino y, cuando los invitados ya han bebido mucho, entonces sirven el más barato; pero tú has guardado el mejor vino hasta ahora.' Esta primera señal milagrosa la hizo Jesús en Caná de Galilea. Así reveló su gloria y sus discípulos creyeron en él." - Juan 2:1-11
Está bien decir que el objetivo del primer milagro de Jesús era manifestar su gloria a sus discípulos y edificar la fe de ellos. Con todo, no hay que olvidarse de que Jesús decidió hacerlo salvando una fiesta. El medio escogido por Dios para llevar a cabo sus propósitos dice mucho sobre su corazón.
Supongamos que hay dos hombres que quieren mejorar sus vidas, pero solo uno de ellos trabaja honradamente, mientras que el otro roba y estafa. El objetivo es el mismo, pero los medios son distintos, porque uno de ellos tiene un corazón bueno y el otro tiene un corazón malo. Suponiendo que los dos tuvieran buenos corazones, quizás uno quiera llegar al puesto más alto de la empresa en la que trabaja, mientras que el otro prefiere que su negocio prospere. La diferencia en ese caso sería cuestión de personalidad y tendencias, no de moral. Así como sucede con las personas, los medios que Dios utiliza para alcanzar sus objetivos nos revelan sus valores y preferencias.
Dios decidió que al menos en una ocasión Jesús manifestara su gloria a sus discípulos transformando agua en vino para rescatar una boda. No dejes que el objetivo espiritual opaque el medio mundano¹. Había una infinidad de maneras diferentes para que Jesús manifestara su gloria, algunas hubieran sido mucho más nobles, pero Dios prefirió glorificar a Jesús como un salvafiestas.
En este milagro vemos tanto la espiritualidad como la carnalidad¹ de Jesús. La espiritualidad está en el propósito, que era mostrar su gloria para edificar la fe de sus discípulos. La carnalidad está en el medio: Jesús manifestó su gloria produciendo cientos de litros de vino excelente para los invitados que ya habían bebido lo suficiente como para agotar las reservas originales. La religión verdadera es una mezcla de carnalidad y espiritualidad. Tiene vino y milagros, festejo y culto.
Es bueno que sea así, porque somos criaturas de carne y espíritu. Una religión apropiada para una criatura con naturaleza doble como el hombre necesita ambos aspectos. Es trágico que haya tradiciones cristianas en las que el vino se acepta, mientras que los milagros se rechazan, como sucede con los presbiterianos. O hay iglesias donde los dones espirituales se procuran mucho, mientras que se sataniza el vino, como sucede en las Asambleas de Dios. Ninguna de esas corrientes demuestra adecuadamente la virtud cristiana. Ninguno de esos creyentes han hecho a Jesús su ejemplo a seguir. La carnalidad de un presbiteriano siempre es pecaminosa, porque se quiere inchar de vino pero no del Espíritu, pero la espiritualidad de los de las Asambleas es deficiente, porque se creen más santos que el propio Jesús.
Un día escuché a una joven dando un testimonio de que Dios había hecho que dejara de llover en su boda para que la ceremonia se pudiera hacer al aire libre. En los comentarios de la publicación había un puñado de personas glorificando a Dios con mucho entusiasmo, pero a la mayoría le indignó el relato. Unos decían que Dios tenía cosas más importantes que hacer que salvar una boda. Otros decían que si Dios no había hecho que dejara de llover para que no se inundara Rio Grande do Sul [estado en Brasil], no podía haberle respondido a la joven. Sin importar esto, las personas que estaban presentes en la ceremonia también daban testimonio de que el milagro sucedió ante los ojos de todos.
Si en este punto alguien todavía se pregunta si es importante predicar que Jesús es un salvafiestas, ya tiene la respuesta. Las personas piensan que Dios es muy importante como para preocuparse por un festejo, o que si fuese tan superficial como para preocuparse por algo así, no dejaría que una inundación matara decenas de personas. Ambas suposiciones están equivocadas, porque Dios cuenta hasta los cabellos de nuestras cabezas, pero al mismo tiempo le tiene misericordia al que quiere tenerle misericordia.
Estamos ofendiendo a Dios cuando decimos que es demasiado importante como para preocuparse por algo. La verdad es que precisamente porque él es el ser más importante de todos no puede dejar de ocuparse de cada detalle de su creación, porque nada puede suceder sin su decisión y su poder. Además, lo que hablo es aparte del actuar general de Dios en el universo. Estoy hablando de redención. De una intervención especial para solucionar un problema. Dios se revela como un salvafiestas a través de Jesucristo, para beneficio de su pueblo. Él se involucra tanto con la diversión, la alegría, la honra y el placer de sus fieles que escoge glorificarse de esa manera.
Esta es la primera vez que explico una de las salvaciones de Dios por aparte. Las próximas semanas voy a abordar otros aspectos del Pansoterismo. Lo haré hasta que yo considere que acabamos con el tema, al menos en relación con mi medida de sabiduría. Eso no significa que nos vamos a limitar a esta temática, porque quizás escriba algo sobre otros tópicos. De cualquier forma, estamos hablando de la salvación de Dios, y no podemos olvidarnos de que él no se manifiesta a todos como un salvador.
La historia de Belsasar en Daniel 5 muestra que Dios hace milagros para arruinar las fiestas de los incrédulos. Para el impío, Dios es un aguafiestas. ¡Lee el pasaje! Mira como Dios transformó una fiesta en una noche de terror. Belsasar empieza el capítulo altivo, bebiendo vino en los vasos sagrados que su padre se había robado del templo de Jerusalén, ahí es cuando Dios aparece y lo aterroriza, después lo mata.
1.- Vamos a aclarar algo. Siempre que yo use las palabras "mundano," "terreno," o "carnal" para referirme a Dios, Jesús, o la fe cristiana, tengo algo positivo en mente. Ni de lejos estoy insinuando que Dios se deleita con el pecado, más bien lo que quiero decir es que Dios aprueba todo lo que es legítimo para el cuerpo, el mundo, y la vida terrena.